miércoles, 7 de marzo de 2018

                                       ¿SE APAGA VENEZUELA?                                
                               
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Al país, a medida que pasan los días calamitosos que vivimos, lo percibimos como que si se estuviera apagando lenta e irremisiblemente. Es la constatación real que nos golpea a la cara en los últimos tiempos, interpelando nuestras conciencias, angustiándonos y produciendo incertidumbre y desesperanza a diestra y siniestra.
La economía en general, más que ralentizarse, está experimentando un proceso de desaparición en muchos sectores y ámbitos territoriales. Y ni hablar del crimen perpetrado en las empresas del Estado.
Basta pasearse por calles y avenidas, centros comerciales capitalinos e interioranos, para corroborar tal desgracia social. Negocios de todo tipo cerrados o en venta, medios de transporte inmovilizados, industrias paralizadas, desempleo in crescendo y oleadas de venezolanos huyendo del desastre hacia países vecinos.
La acción demoledora de un gobierno marcado por la incompetencia y la corrupción, envenenado con una ideología mortífera, no podía tener otro resultado sino el caos y la barbarie que presenciamos.
Sí, sentimos que el país se apaga mientras languidecen sus distintas actividades otrora vigorosas y dinámicas.
Una nación, que en las anteriores décadas al desmadre actual, con sus problemas innegables no resueltos, marchaba, hoy se muestra en lo material, ruinosa y empobrecida por políticas gubernamentales desquiciadas.
 ¿Permitiremos los venezolanos que esta deriva infernal continúe profundizándose y nos hunda?  ¿Dejaremos que el país se apague sin mover un dedo para impedirlo?
Solo la unidad férrea y obstinada de los venezolanos de bien, de la Venezuela decente, de sus líderes sociales y políticos, empresariales, académicos y trabajadores democraticos, puede garantizar que no siga sucediendo tal catástrofe social y abrir la posibilidad de una nueva conducción gubernamental.  
A pesar de que por donde sea que la mires Venezuela se encuentra hecha bancarrota, abandono y destrozos, más allá hay aún una dura e inestimable reserva de esperanzas e ilusiones en vastos sectores de ciudadanos que desean cambiar el estado de cosas presente. Que no han claudicado ante los atropellos de los tiranos que gobiernan y aspiran a recuperar el país para la democracia, la libertad y el bienestar.
Juntos todos impidamos que el país se apague definitivamente. Sobre todo, los politicos tienen la palabra. Repetimos: El liderazgo democrático debe salir al encuentro de esa mayoría confundida y golpeada por la crisis y presentarle una alternativa de gobierno. Ya la sociedad civil comenzo a activarse de nuevo.

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