miércoles, 20 de diciembre de 2017

CHILE Y SU EJEMPLO ENVIDIABLE DE CONVIVENCIA DEMOCRATICA


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Definitivamente, los rituales y usos convencionales en la dinámica política son muy importantes y esenciales para la democracia, sistema este que, como sabemos, es intrínsecamente defectuoso y frágil, y que demanda de sus actores expresiones claras de convivencia civilizada, con vistas al mantenimiento de un bien muy preciado: la siempre amenazada gobernabilidad.
La democracia no solo se manifiesta en el ejercicio real y cotidiano del poder, en la conducta de los gobiernos, en sus ejecutorias administrativas de cara a los ciudadanos.
Dicen también mucho de este sistema y su vitalidad, las formas, el talante y los gestos de quienes son sus actores.  Los modales adecuados, el lenguaje respetuoso y la tolerancia política en la competencia entre adversarios miden la madurez y fortaleza de una democracia.  
¡Cuánto echamos hoy en falta en esta Venezuela agobiada tales procederes políticos depurados!
Esta semana presenciamos una reiteración más de ellos al concluir las elecciones presidenciales chilenas, en las que resulto triunfante el presidente Sebastián Piñera.
Sana envidia sentimos al ver a unos contendores -el ganador y el perdedor- reunirse y saludarse pública y cordialmente, una vez conocidos los resultados de la elección. Gobierno y oposición dialogando y deseándose lo mejor para un periodo presidencial que se iniciara en breve.
Oír los discursos, tanto del ganador como del perdedor, en los que no solo se reconocen las resultas del proceso, sino también la disposición de ambos de consultarse y colaborar en todo aquello que vaya en beneficio de su país, es un ejemplo patente de cómo en ese país hermano se concibe la política.
Chile en este sentido es un ejemplo a seguir en la región. Sus politicos se comportan como una democracia madura.   
En nuestro país, crispado por la polarización y el fomento perverso de los enfrentamientos políticos y el odio desde las instancias del poder, es lamentable y vergonzoso ver supuestos líderes insultar y difamar a través de cientos de medios estatales a los adversarios.
La labor pedagógica de la política está echada a un lado.  No importan las formas ni la retórica comedida y considerada de cara al rival político. La mentira burda es moneda corriente. No hay debate serio, mucho menos dialogo sobre la crisis y sus problemas. Los estadistas brillan por su ausencia.
La barbarie se ha impuesto. Del estado venezolano se ha apoderado una mafia depredadora, inescrupulosa y primitiva, a la que muy poco le importa el país, sino sus bolsillos. A tal punto ha llegado esta grave situación,  que ha habido necesidad de que fuerzas externas a la Nación intervengan para ayudar a salir del lodazal profundo en que estamos sumergidos.
Lo que vimos en Chile en estos días, en medio del desastre que vivimos los venezolanos, nos dice que cotas altas de coexistencia política pueden ser alcanzadas, que podemos aspirar a ellas y lograrlas también. 
Nos queda aún camino por recorrer para alcanzar un ambiente político de esa naturaleza. Ese objetivo deseable no es quimérico. Sin haber sido perfecto, y con los naturales problemas de toda democracia, los venezolanos lo tuvimos antes de que llegara la ola destructora de la tiranía populista militarista que nos oprime.
La libertad la recuperaremos y esperamos que los nuevos políticos hayan asimilado la lección y aprendido de los verdaderos estadistas el saber sobreponerse a los intereses mezquinos y comportarse civilizadamente.

EMILIO NOUEL V. 


domingo, 10 de diciembre de 2017

VENEZUELA: LA IGNORANCIA Y LA BARBARIE AL TIMON

En estos días puse particular atención a lo declarado por el secretario general del sindicato petrolero de Paraguaná, Iván Freites, la cual pone los pelos de punta a cualquiera que la haya oído.
El general ignorante que ahora “gerencia” PDVSA ordeno que pusieran en funcionamiento –“arrancaran”- las plantas de aquel complejo refinador, que, según el declarante, tienen daños serios en sus estructuras, tuberías y algunas están en reparación, todo sin cumplir con los protocolos y normas de seguridad, exponiendo a los trabajadores, a la empresa y la población circundante a correr riesgos físicos que podrían ser irreparables.
Agregaba el sindicalista, que el milico en cuestión tenía previsto incorporar manu militari a cientos de miembros de la milicia -improvisados e inexpertos en la materia, por supuesto- para que, a como diera lugar, esas plantas entraran en operación.
De ser cierto lo que denuncia Freites, y no me extrañaría para nada que lo fuera, estamos ante una demostración más de la conducta nociva, irresponsable y destructora que caracteriza a los que nos gobiernan.
El notorio estado lamentable del país, de su economía e instituciones, del nivel de vida de los ciudadanos y del entorno moral, es consecuencia directa de un modo de gobernar, si así puede llamarse este, que es expresión no solo del desconocimiento de lo que tal actividad compleja comporta, es también el resultado lógico de una ideología demencial, lindante con la barbarie.
Muchos acusan al gobierno de comunista, y cuando veo cosas como la mencionada al comienzo de estas líneas y los otros cientos de desaguisados perpetrados durante casi 20 años, no puedo estar más en desacuerdo con tal caracterización. Esto que padecemos en Venezuela no es comunismo, es algo peor aún.
Porque a pesar de que el comunismo es una funesta ideología, totalitaria y  fracasada, la experiencia nos indica que en él había, al menos, un orden, un mínimo de sentido común que lo hacía funcionar para los fines, por supuesto, que conocemos.
Pero lo que vemos en este país es otra cosa. No hay orden, ni preparación técnica, ni plan que se ejecute bien; ni siquiera las locuras que se les ocurren son ejecutadas medianamente (el estado comunal, el trueque, el sucre, etc) . Todo es un caos, una chapuza, una reiteración de errores, en los que la barbarie más primitiva e iletrada se ha impuesto al interior de la Administración pública, para descoyuntarla y/o demolerla, sin levantar otra que la sustituya.
Más allá de su ideología, en la antigua Unión Soviética nunca se les hubiera ocurrido nombrar, para dirigir el programa espacial, a un ignorante en la materia.
En la Venezuela revolucionaria, nos damos el lujo de colocar al frente de cruciales funciones administrativas, como la educación, la salud, el transporte o la industria petrolera, a personas cuyas credenciales son las de estar intoxicadas de una doctrina desquiciada, sin valores éticos ni experiencia.
El gobierno se caracteriza por poner a redomados incompetentes o simplemente a chafarotes iletrados, que solo han generado la debacle social más grande que se haya podido conocer en nuestra nación.
No otra cosa podemos esperar de este gobierno de los peores, de los mediocres, cuyos méritos son o los de pertenecer al partido de gobierno o a una de las mafias que lo dirigen.
Hambre, destrucción y caos social es lo único que exhiben. Sin el chorro petrolero, no se hubieran mantenido en el poder por tanto tiempo, porque el desbarajuste quizás se habría adelantado. Y quien quita que ya se habrían marchado estos atilas, para bien de los venezolanos.
Con ellos no puede haber futuro. Solo un viraje hacia otro modelo político y económico puede hacer recuperar la esperanza en una Venezuela prospera.

emilio.nouel@gmail.com
@ENouelV