viernes, 30 de octubre de 2015

                                               EL DELIRIO DE LOS 200 DÓLARES POR BARRIL

 
                                     
 
Los del gobierno venezolano continúan creyendo en la fantasía de un aumento del precio del barril de petróleo.
El “Destructor eterno”, en unos de sus tantos desvaríos, les metió el cuento de que iba a llegar a 200 dólares y más, lo que iba a permitirles mantener el loco y corrompido festín en que hundieron al país.
Se aferran a esa quimera porque es la única tabla de salvación que en su menguado cerebro les queda para no soltar el poder y seguir medrando de él.
Alegría de tísico.
Desesperadamente tratan de convencer a los miembros de la OPEP de que incrementen los precios, y hacen una propuesta disparatada que no se corresponden con las realidades del mercado, ni los deseos de aquellos.
Pretenden trasladar al ámbito internacional una visión demencial que ha producido en la economía nacional el derrumbe que vivimos. Como si el “precio justo” arbitrario que han impuesto en Venezuela a productores, distribuidores y comerciantes lo pudieran aplicar en el mercado energético mundial, pero al revés, es decir, el “precio justo” del ofertante. Una lógica, pues, bien extraña, más bien, esquizofrénica.

Hay que estar adoleciendo de una chifladura grave para creer que van a convencer a la OPEP de ese despropósito, habida cuenta de lo que está en juego para esos países. Nadie los acompaña. Hasta los iraníes le voltean la cara.
No sería extraño que hayan contratado a algún santero de la economía al estilo del español Monedero, para que -miles de dólares mediante- les diseñe la genial propuesta que hacen a los jeques que cortan el bacalao en el petróleo.
Quienes sí saben del asunto no hacen sino burlarse de la iniciativa.
En cualquier caso, hacer el ridículo es ya proverbial en los que desgobiernan a este país. Sus declaraciones sobre este tema, como en cualquier otro, son lamentables, reflejan una ignorancia desmedida. Son el hazmerreir de los funcionarios de otros países y de organismos internacionales. ¡Cómo nos compadecen!
Porque no hay sector económico en el que no metan la pata, literalmente hablando.

En el fondo de todo, son los resultados adversos que se dibujan en el horizonte electoral, los que los han puesto aun más erráticos.
La desesperación por obtener dinero a como dé lugar, los hace cometer aun más traspiés, acostumbrados a derrochar a manos llenas sin nociones de gerencia y administración responsables.
El barril de petróleo a 100 dólares se fue para no volver, quién sabe por cuánto tiempo.
Mientras tanto, el gobierno sigue pidiendo milagros a los babalaos que tiene como gestores de la economía.


Emilio Nouel V.

@ENouelV

martes, 13 de octubre de 2015

                                         HIPOCONDRÍA POLITICA Y ELECCIONES DEL 6D
                                       


“Sólo nosotros mismos podemos derrotarnos el 6D”
                                                    Alexis Ortiz



Hay una notoria manía en unos cuantos venezolanos de oposición que tienen acceso a los medios, de ver todo el tiempo, en materia política, el vaso medio vacío y hasta incluso vacío.  

Llama a la atención que estos personajes minoritarios sólo muestren o exuden, pesimismo, hiel, paranoia, derrotismo, tristeza, desaliento, autovictimización, maledicencia, abstención electoral y paremos de contar, no vaya a ser que nos caiga la mabita.
Y no se trata, obviamente, de que pensemos que estamos sentados sobre un lecho de rosas, o pretendamos minimizar una grave situación.

No, de ninguna manera.
Lo que no compartimos es esa visión persistente producto de una suerte de hipocondría política o nihilismo suicida que no ve salidas o que solo las ve trágicas. Esa cantinela repetida de “que el gobierno no va a dejarse contar”, “que no reconocerán los resultados”, “que no van a renunciar a sus prebendas así como así”, "que dictadura no sale con votos",  etc, es producto de una baja autoestima, y de lo que llaman por ahí, la desesperanza aprendida. Hay gente que no logra sacudírsela, lo que la incapacita para ver la luz que comienza a asomarse en el camino luego de tantos contratiempos, tropiezos y errores.
Coincidimos con ellos en que hay muchas razones para sentirse mal, agobiados como estamos por calamidades diversas. Que es imperativo rechazar enérgicamente el desgobierno que padecemos, sus diarias violaciones a los derechos humanos, su tiranía, ineptitud y corrupción.
Tales circunstancias no son para estar tranquilos, indiferentes, ni pasivos. Y no lo hemos estado.
Pero si a la ya pesada carga que soportamos, le sumamos aquellas amarguras, abatimientos y complejos de los que sólo ven oscuridad, de los que subrayan a cada paso y en cada discurso, de manera enfermiza, las amenazas y peligros harto conocidos y evaluados por los dirigentes democráticos, la tarea difícil que nos toca se va a complicar más.
Los que han descalabrado al país estos últimos años no son invencibles.
Ciertamente, disponen de muchos recursos, son capaces de las peores triquiñuelas  y engaños y harán todo lo que esté a su alcance para impedir la derrota que ya admiten en privado.
Sabemos a quiénes nos enfrentamos. Pero nada ayuda quedarnos “pegados” a un discurso que en lugar de ilusionar y movilizar al electorado hacia el logro de una victoria democrática el 6D, sólo nos mantiene, cual descubridores del agua tibia, en el regodeo de las debilidades y peligros, alimentando temores y desánimo, y torpedeando a una dirigencia que con las uñas está tratando de avanzar en la recuperación de la libertad y el reencuentro las mayorías venezolanas.
Nuestra esperanza no es ciega, no creemos en soluciones mágicas. Escépticos como somos frente a las cosas de la vida en general, de cara al destino político inmediato de Venezuela albergamos muchas y muy buenas expectativas.  Sí, sin duda, vemos el vaso medio lleno, cada vez más lleno. Ánimo bastante es el que sentimos frente a la contienda electoral del 6D. Es probable un gran triunfo. Necesitamos que sea grande, abrumador. Unidos podemos alcanzarlo. Votando nos sacudimos la desesperanza y nos abrimos a un porvenir promisorio que exigirá mucho de todos. 
 

Emilio Nouel V.

@ENouelV

domingo, 11 de octubre de 2015

COMERCIO EXTERIOR, INEPTITUD, MENTIRAS Y CAMBIO POLITICO


                                    Resultado de imagen para comercio internacional


El comercio exterior de un país es una avenida de dos sentidos. Lo conforman tanto las mercancías que ingresan como las que salen al exterior por las aduanas de manera lícita.
En el modelo estándar de intercambio mercantil que se ha venido imponiendo en el mundo, por ser el más eficiente y que mayor bienestar trae a los países que lo practican -la apertura comercial- las importaciones y las exportaciones tienen cada vez menos obstáculos institucionales, resultado de la instauración de una economía con fronteras crecientemente más porosas y un aumento de la interpenetración de las distintas actividades productivas, entre ellas, las cadenas globales de valor, que hoy representan, según la OMC, el 80% del comercio mundial.

La fluidez de este tráfico, obviamente, depende de muchos factores. Y visto desde un país en concreto, obliga a evaluarlos.

El relativo al régimen de cambios vigente es crucial. Es él el que regula los pagos y movimientos de capitales que deben ser efectuados derivados de las compraventas internacionales y las inversiones transfronterizas.
La garantía de la libre convertibilidad de la moneda nacional, contemplada en toda ley, es crucial para la realización de las operaciones de comercio internacional.
Una empresa nacional o extranjera que precise de la importación de materias primas para la  elaboración de un producto cualquiera que vaya a vender en el propio mercado o en el exterior, requiere de divisas extranjeras.
Queda claro que no poder acceder a ellas condena a la empresa a su cierre, a menos que disponga de divisas fuera del país, lo cual puede ser un recurso provisional o de emergencia, pero, sin duda, insostenible de manera permanente.
Las empresas domiciliadas en nuestro país, en general, están experimentando, en esta materia de cambios, una situación calamitosa, absurda. La libre convertibilidad no es una realidad en nuestro país. En tales condiciones es imposible producir y mucho menos competir en los mercados exteriores.
El control de cambios, convertido en Venezuela en un régimen kafkiano, aberrante, se ha erigido en barrera casi infranqueable que ha ido desmantelando el aparato productivo y transformando el otorgamiento de divisas en un pozo de pestilente corrupción.
¿Cómo satisfacer la demanda del consumidor nacional? ¿Cómo exportar sin disponer libremente de dólares para importar materias primas, insumos, maquinarias, tecnología o partes? ¿Cómo ser competitivos con esa desventaja? ¿Cómo conquistar mercados? ¿Cómo sobrevivir?

El gobierno, de tiempo en tiempo, habla de estimular a los exportadores no petroleros; sin embargo, con su política macroeconómica equivocada e incoherente, neutraliza cualquier medida aislada hacia ese sector, haciéndola estéril.

Las empresas que importan para cubrir el consumo del mercado nacional, han ido desapareciendo por los absurdos controles y obstáculos legales.
Al control de cambios lo han vuelto un estorbo formidable a las distintas actividades productivas.
Esa medida restrictiva, que en su momento de implantación no tenía razón de ser, ni ningún fundamento económico, ha conducido a una situación insoportable para los venezolanos, una vez que han mermado las reservas internacionales por causa del derrumbe de los precios petroleros. La escasez, el desabastecimiento y la inflación son sus consecuencias directas. Otro efecto es la pérdida de la confianza y la credibilidad comercial ante el mundo, incluido inversionistas potenciales.

Hace unos cuantos años dijimos que el control de cambios era una medida con objetivos políticos, y que la justificación que daba el gobierno para tomarla era una artimaña. Ni la inflación fue conjurada, ni la huida de capitales frenada. Voceros del gobierno, sin empacho, han admitido tal propósito político, y ya sabemos quiénes han sido los que se aprovecharon del control de las divisas extranjeras.
El comercio exterior de Venezuela, en esas circunstancias lastimosas, no puede contribuir al crecimiento y el desarrollo del país. Ningún bloque de integración sería aprovechado, por muchas ventajas que pueda ofrecer. La economía no puede estimularse bajo tales restricciones, las importaciones se han derrumbado en un 50% desde el 2014, y  con la caída estrepitosa de las exportaciones no petroleras en un 41% respecto del pasado año (Cepal), la gran mentira que acaba de decir el Presidente Maduro sobre la “cifra récord” que habrían alcanzado este año, queda al descubierto.
Para alcanzar un lugar digno en el mundo del comercio planetario de hoy, Venezuela tendría que disponer de políticas económicas diferentes a las presentes, sobre todo, en momentos en que nuevos acuerdos comerciales transoceánicos se abren paso a los cuatro vientos. Dejar de depender exclusivamente del petróleo y potenciar exportaciones no petroleras es alcanzable, tenemos cómo hacerlo. Pero todo pasa por cambiar las políticas y a un gobierno inepto y mentiroso.
 
EMILIO NOUEL V.

@ENouelV
 

 
 

miércoles, 7 de octubre de 2015

                          “EL DIABLO CIEGA A LOS QUE QUIERE PERDER”

 
                                                   Resultado de imagen para el diablo
 
Me dicen los que vieron por TV a Maduro en días pasados, que prácticamente admitió la derrota de su gobierno el 6D. Que se le notaba resignado y entregado, el lenguaje corporal y las expresiones proferidas no mentían. “Las elecciones serán las más difíciles para el chavismo”, dijo.  Aunque las lenguas de doble filo proclaman que él, en el fondo, comienza a sentir un fresquito: Diosdado, a partir de Enero, no estará más en la Presidencia de la Asamblea Nacional.
Lo que es cierto es que a medida que nos acercamos a la fecha en cuestión, son más los que de su bando variopinto y dividido traslucen el convencimiento de ese resultado fatal para la revolución.
Basta ver o leer, aquí y allá, declaraciones y artículos de opinadores o de “intelectuales orgánicos”, como diría Gramsci, en los que el denominador común no es cómo evitar el descalabro, sino como impedir que la oposición democrática alcance la mayoría calificada, dando por descontado que la absoluta está casi garantizada al día de hoy. Ya ni les importa decir a la gente que coman piedras o disfruten de las humillantes colas.
El desfile de lamentaciones, reproches y despechos va de Alí Rodríguez, pasa por José Vicente Rangel y Diosdado Cabello, y llega hasta Javier Biardeau.
Sin embargo, lo peor es otra cosa. Es el deslave que se está produciendo en el pueblo que votó durante estos años por el chavismo. Según las encuestas y focus group, aquel es notorio y en algunos casos, sorprendente. En municipios en los que hacían caída y mesa limpia, la población se está volteando en un proceso acelerado de desafección y retiro de apoyo político, a la par que se fortalece la opción opositora.

Y no es para menos. Descalabran a la industria, el comercio y el agro. Arruinan a exportadores e importadores. Transportistas, taxistas y autobuseros penando por falta de repuestos y altísimos precios. Clínicas y farmacias acosadas y sin medicinas. Destruyen a las empresas estatales, espantan la inversión extranjera. La moneda venezolana es una insignificancia, la administración pública un parapeto ineficaz y pestilente.
¿Y el ciudadano? Acogotado por una inflación que se incrementa a diario, recorta su dieta alimentaria, el dinero apenas alcanza para medio comer y cubrir los gastos mínimos, sin mencionar los que ni siquiera eso. Además, encerrado en casa para que no lo maté el hampa que impera impune, sin luz eléctrica ni agua.
Las encuestas ya anuncian la derrota del gobierno, unas con más y otras con menos contundencia, pero derrota al fin. De allí que ella se vea dibujada claramente en los rostros adustos de la casta gubernamental en sus presentaciones públicas.

Coinciden algunos en decir que a dos meses del 6D ese sentimiento de rechazo al gobierno difícilmente se pueda revertir, y pareciera que tienen razón.

La oposición democrática está haciendo todo lo posible por capitalizar y consolidar ese impulso creciente de la ciudadanía de pasar factura a un gobierno desastroso y arbitrario.
Pero no hay que olvidar que éste aun cuenta con grandes recursos que pondrá en práctica para aminorar el revés. Buscarán disuadir a la población infundiendo miedo, amenazando y creando desorden con sus bandas paramilitares. Para ellos, de acuerdo a información que se ha colado, ya no se trata de ganar sino de evitar una mayoría calificada para la oposición.
Javier Biardeau, en el marco de una velada crítica de fondo que hacía a la conducción política-económica de su partido, decía en una entrevista reciente: Es menos costosa una derrota, rectificando, que una derrota sin rectificar”. Allí queda resumida la preocupación que lacera a algunos chavistas hoy ante la ruina económica generado por Chávez, profundizada por Maduro, y que los conduce al derrumbe de un proyecto político-económico tiránico e inviable, por disparatado.   
 Nadie que compile encuestas en los últimos 12 meses, te puede decir que el chavismo tiene asegurada la victoria en las parlamentarias del 6-D”, agrega Biardeau.
Por supuesto, él no va admitir que tienen perdida la elección y que quien casi la tiene asegurada es la MUD.
De todo  este cuadro nos queda en limpio que el 6D será un momento político estelar para los venezolanos. A partir de esa fecha van a comenzar a enderezarse las cargas, para bien. Nos espera todavía vivir situaciones difíciles en todo sentido, pero bajo circunstancias político-institucionales más auspiciosas para las fuerzas del cambio democrático. Por delante queda mucho por hacer en el corto y en el mediano plazo. Hay que seguir entusiasmando al venezolano con la idea de que es posible vivir bien, con bienestar, libertad y paz.
Al acecho estarán siempre los desadaptados y destructores del país, la barbarie en acción. Los perdedores de siempre no cejarán en sus propósitos perversos, pero un pueblo reencontrado y unido en torno a  aquella idea podrá impedir que sigan hundiendo al país. Hay fuertes razones para ser optimistas.
 
EMILIO NOUEL V.
@ENouelV