sábado, 21 de febrero de 2015

¿ESTÁ VIGENTE O NO LA CLÁUSULA DEMOCRÁTICA EN NUESTRO HEMISFERIO?
    
                                    
En estos días aciagos que vive nuestra nación, en los que se intensifica la violación de los derechos humanos, se pisotea la Constitución y el Estado de derecho ha devenido en caricatura, no está de más volver sobre ideas y planteamientos que ya hemos recorrido por estas vías e insistir en ellos.
La llamada cláusula democrática es una de las formulaciones que hemos intentado hacer conocer, subrayando las dificultades que ha tenido su aplicación en el ámbito de las instituciones internacionales que la contienen como medio para sancionar a los gobiernos al margen de los estándares democráticos comúnmente aceptados por las naciones civilizadas.
Hemos dicho que en el diseño y aplicación de esta cláusula confluyen consideraciones de tres tipos: políticas, jurídicas y morales. Que estos tres enfoques coincidan frente a un caso concreto, aunque no imposible, es harto complicado.
Que a la hora de adelantar este tipo de sanciones no es fácil ni poco el debate que genera entre los actores que deben tomar este tipo de decisiones. Intereses políticos, geopolíticos y económicos, alianzas de toda naturaleza e interpretaciones diversas sobre los hechos sometidos a evaluación, marcan el proceso de eventuales sanciones.
Es en nuestro hemisferio donde la cláusula democrática, sin duda, ha sido más elaborada, si al número de textos existentes nos remitimos. OEA, CAN, Mercosur, Unasur, CELAC y Alianza del Pacífico, con sus matices y extensiones diversas, la tienen.
La más desarrollada es la que incluye la Carta Democrática Interamericana, vigente desde 2001.
Cabe preguntarse de nuevo hoy, al ver las arbitrariedades y atropellos a los derechos humanos y la institucionalidad democrática en nuestro país, si está o no vigente la cláusula. 
Desde hace unos años, a partir de la entronización en Venezuela de un gobierno autoritario militarista, que en los últimos tiempos se muestra ya  como una tiranía desembozada, no pocos han pedido la aplicación de la cláusula.
Pero para que tal sanción tome curso, es preciso contar con los votos en los organismos internacionales que están facultados para ello. Son los representantes de los países los que deciden, más allá de la burocracia al frente de esos entes, cuyas atribuciones y capacidad de iniciativas autónomas, son muy limitadas, cuando no, nulas.
En Venezuela, se ha producido un menoscabo progresivo y sistemático de los contenidos democráticos, hasta un punto en que, en el presente, los principios pilares fundamentales del Estado de Derecho democrático están prácticamente demolidos. Todo el entramado institucional ha sido utilizado para socavar los cimientos de la democracia venezolana y destruirla paulatinamente desde sus entrañas mismas. No existe separación ni autonomía de los poderes públicos; éstos son apéndices del gobierno central. Los derechos humanos se violan a diario y selectivamente contra los opositores del gobierno. No hay debido proceso. Los tribunales están al servicio del poder ejecutivo. La descentralización político-administrativa ha sido anulada. La Constitución es sólo un papel escrito que se pisotea e infringe a capricho del poder establecido. 
En fin, podemos decir con toda propiedad y también dolor, que la democracia dejó de existir en Venezuela, y que lo que tenemos por régimen político es un despotismo primitivo, salvaje y corrupto, cuya ejecutoria, sin mayores interpretaciones jurídicas, calza perfectamente en los presupuestos de las cláusulas democráticas establecidas en los organismos internacionales de la región.
¿Acaso no han estado ocurriendo en nuestro país “situaciones que pudieran afectar el desarrollo del proceso democrático” ouna alteración del orden constitucional que afecta gravemente el orden democrático”, presupuestos de hecho que según los artículos 18 y 19 de la Carta Democrática Interamericana, ameritan la intervención de la OEA?
¿No está incurso el gobierno de Venezuela en el supuesto del artículo 1º  del Protocolo de Ushuaia II (Mercosur), que dispone que en casos de una “violación del orden constitucional o de cualquier situación que ponga en riesgo la vigencia de los valores y principios democráticos”, se podría tomar medidas sancionatorias?
¿No estableció la CELAC en su Declaración especial sobre la defensa de la democracia y el orden constitucional, que en circunstancias de “ruptura del orden constitucional y el Estado de derecho”, como son las de Venezuela hoy, ella debería tomar cartas en el asunto?  
Si tal ordenamiento internacional está en vigor ¿qué impide que los gobiernos del hemisferio, de Latinoamérica, de Suramérica o de Mercosur actúen de manera inequívoca en resguardo de la democracia y la vigencia de los Derechos humanos en Venezuela?
He aquí la pregunta del millón de dólares que el lector, no me queda la menor duda, sabrá responderse.

EMILIO NOUEL V.
@ENouelV
emilio.nouel@gmail.com
  





viernes, 20 de febrero de 2015

CÓMO CHINA SE VOLVIÓ CAPITALISTA


                         
RONALD COASE    NING WANG

Este ensayo fue publicado originalmente en inglés en la edición de Enero/Febrero de 2013 del Cato Policy Report. Está basado en el libro de los mismos autores How China Became Capitalist (Palgrave, 2013).

Nadie predijo que la “modernización socialista” que el gobierno chino post-Mao lanzó en 30 años resultaría ser lo que los académicos denominan hoy la gran transformación económica de China. Cómo las acciones de los campesinos, trabajadores, académicos, y legisladores chinos se combinaron y derivaron en esta consecuencia no intencionada es la historia que intentamos contar. Hoy, no necesitamos presentar datos estadísticos para convencerlo del auge de la economía china, aún cuando China todavía se enfrenta a retos enormes. Muchos chinos todavía son pobres, muchos menos chinos tienen acceso a agua pura que a los teléfonos celulares, y todavía se enfrentan a muchos obstáculos cuando se trata de proteger sus derechos y ejercer su libertad. No obstante, China ha sido transformado desde adentro a lo largo de los últimos 35 años. Esta transformación es la principal historia de nuestra época. La lucha de China, en otras palabras, es la lucha del mundo.
En contra de la sabiduría convencional, tomamos el fin de 1976 como el inicio de la reforma post-Mao y argumentamos que China básicamente se convirtió en una economía de mercado para fines de los noventa y antes de que se uniese a la Organización Mundial de Comercio en 2001. En el nuevo milenio, la economía china ha mantenido su ímpetu de crecimiento y se ha vuelto más integrada con la economía global. Siendo un relato de cómo China se volvió capitalista, nuestro libro se enfoca principalmente en las dos primeras décadas de reformas. Dentro de este periodo, nuestro relato está dividido en dos partes por un suceso divisorio, el Movimiento Estudiantil de 1989.
La primera parte del relato se trata acerca de dos reformas. Una fue diseñada por Pekín; su objetivo era revitalizar el sector estatal y salvar al socialismo. La otra resultó de iniciativas que vinieron desde abajo. La reforma liderada por el Estado se dio en dos partes. La primera empezó en 1976 bajo Hua Gofeng. Hua era el sucesor designado por Mao, quien consolidó su base de poder luego de arrestar a “ La Pandilla de los Cuatro” y poniéndole fin a la Revolución Cultural. Aunque era leal a Mao, Hua era un reformador económico.
Con el respaldo total de Deng Xiaoping y otros líderes chinos, Hua lanzó su programa económico modernización, que luego sería criticado desdeñado como “El Salto al Exterior”. Esencialmente, era un programa liderado por el Estado y por las inversiones, con un enfoque en la industria pesada; es un buen ejemplo de lo que los economistas denominaron “la industrialización del gran empuje”. Pero el programa duró poco más de dos años. Se canceló a principios de 1979, en parte debido a sus propios defectos y en parte debido al cambio de liderazgo: a fines de 1978 el Comité Central tuvo una reunión, en la cual Deng Xiaoping y Chen Yun volvieron al poder y Hua ya no estaba al mando.
Deng Xiaoping es ampliamente conocido en Occidente. La biografía reciente de Ezra Vogel ha documentado en detalle el papel que jugó Deng en las reformas de China. En comparación, Chen Yun es una figura obscura. Pero Chen era la principal autoridad de China a cargo de los asuntos económicos. Él fue el arquitecto del primer Plan Quinquenal de China en 1953 y un ferviente partidario de la planificación central. Desde que creció y estudió en Shanghái, antes de convertirse en un revolucionario, Chen también percibió un papel limitado pero crítico para el sector y el mercado privados bajo el socialismo. Chen perdió su posición cuando Mao inició el Gran Salto Adelante en 1958, política a la que Chen se oponía. Él volvió al poder junto con Deng a fines de 1978 y recibió el trabajo de diseñar una programa de reforma económica.
Chen creía que la economía china desde hace mucho había sufrido de un desbalance estructural: demasiada inversión en industria pesada en relación a la industria ligera y la agricultura, y los sectores y la planificación estatales eran ensalzados excluyéndose a los sectores y mercados privados. En su opinión, el programa económico de Hua, que se enfocaba en la industria pesada, empeoró la economía china. Por eso Chen acabó de manera forzada con “El Gran Salto Afuera”, enfrentándose a una fuerte oposición del Consejo de Estado e impuso su política económica. Esto marcó la segunda ronda de reformas lideradas por Pekín. Esta ronda de reformas lideradas por el Estado tuvo dos elementos: ajustes a nivel macro y reformas en las empresas estatales al nivel micro. Los ajustes estructurales fueron impuestos a través de toda la economía. Por ejemplo, más inversiones fueron canalizadas desde los bienes capitales hacia la producción de bienes de consumo. Más dinero se asignó a la agricultura. El gobierno elevó los precios de compra para los productos agrícolas en mas de un 20 por ciento en 1979 y aumentó significativamente las importaciones de granos. Pekín también tomó medidas para descentralizar el comercio extranjero y le dio más autonomía fiscal a los gobiernos provinciales. Al nivel micro, el énfasis se puso en lo que era visto como la base económica del socialismo, las empresas propiedad del Estado. La estrategia era devolverle algunos derechos a las empresas estatales y permitirles quedarse con algo de las ganancias. Desde 1979 y durante toda la década de los ochenta, el gobierno chino estuvo preocupado con fomentar las empresas estatales.
La reforma desde los márgenes
No hay duda de que el gobierno post-Mao realizó una serie de reformas. Pero hoy, con el beneficio de la retrospectiva, sabemos que las fuerzas económicas que realmente estaban transformando la economía china durante la primera década de reforma fueron la agricultura privada, las empresas municipales y de las aldeas, los negocios privados en las ciudades, y las Zonas Económicas Especiales. Ninguna de estas fue iniciada por Pekín. Fueron jugadores marginales operando fuera de los límites impuestos por el socialismo. A estas fuerzas marginales, el gobierno chino estaba contento de ignorarlos siempre y cuando no amenazaran al sector estatal o al poder político del Partido. Esto creó espacio para lo que denominamos “revoluciones marginales”, las cuales trajeron de vuelta a China las fuerzas del emprendimiento y del mercado durante la primera década de la reforma.
Una de estas reformas marginales es la agricultura privada. La agricultura privada ciertamente no era algo nuevo en China. Antes de 1949, había existido durante milenios. A principios de la década de los cincuenta, Mao trató de colectivizar despiadadamente la agricultura. Algunos campesinos creyeron en Mao y esperaban que la colectivización les ofrecería una nueva oportunidad para salir de la pobreza. Luego de 20 años de una agricultura colectivizada y de 40 millones de muertes por hambrunas, ellos sabían qué les convenía. Muchos volvieron a la agricultura privada luego de que muriese Mao, incluso cuando Pekín todavía estaba tratando de fortalecer el sistema de las comunas. En septiembre de 1980, Pekín fue obligado a permitir la agricultura privada en zonas donde “la gente había perdido su confianza en la colectividad”. Pero una vez que se le abrieron las puertas al agro privado, este ya no podía ser controlado. Para principios de 1982 esto se volvió una política nacional. La agricultura china fue des-colectivizada. Después en el recuento oficial de la reforma, Pekín se atribuiría el crédito de haber lanzado la reforma agrícola. Pero la reforma implementada por Pekín simplemente elevaba los precios de compra de los granos y aumentaba las importaciones de granos; el agro privado, que es lo que en realidad transformó la agricultura china y liberó a los campesinos, no vino de Pekín.
Las empresas municipales y de las aldeas fueron operaciones industriales ubicadas en áreas rurales. Durante las primeras dos décadas de reformas, estas fueron el sector más dinámico de la economía china. Como operaban fuera del plan estatal, no tenían acceso garantizado a materias primas controladas por el Estado pero tenían que comprarlas en el mercado negro a un precio más alto. También estaban excluidas del sistema de distribución controlado por el Estado para vender sus productos, pero tenían que contratar sus propios equipos de ventas para que viajen alrededor de China con el objetivo de encontrar mercados para sus productos. En otras palabras, tenían que operar como verdaderas empresas de negocios. Esto es lo que hicieron. Y no tardó mucho para que ellos superen con su desempeño a las empresas estatales, las cuales tenían todos los privilegios y protecciones del Estado y que simplemente dejaron de ser emprendedoras.
Los primeros negocios en las ciudades chinas fueron iniciados por personas que no tenían un trabajo en el sector estatal. Muchos fueron jóvenes citadinos que recientemente habían vuelto del campo. Durante la era de Mao, 20 millones de graduados de los primeros años de secundaria (jóvenes desde 15 a 18 años) en las ciudades fueron enviados al campo en parte porque el gobierno no podía crear suficientes empleos. Después de la muerte de Mao, ellos volvieron, pero no encontraron empleo alguno en el sector estatal. Jóvenes, desempleados, y ansiosos, se tomaron las calles y bloquearon el paso de los trenes. Esta creciente presión obligó al gobierno a abrir la puerta al auto-empleo. Las tiendas privadas empezaron a surgir en las ciudades chinas; rápidamente acabaron con el monopolio estatal de la economía urbana.
Entre las cuatro revoluciones marginales, las Zonas Económicas Especiales fueron las más controversiales. Fueron establecidas para cooptar el capitalismo y salvar al socialismo. La idea era permitirles experimentar con la economía de mercado, importando tecnología avanzada y conocimientos administrativos, vendiendo productos a los mercados globales, creando empleos y estimulando el crecimiento económico. Pero los experimentos estuvieron limitados a unas cuantas zonas para que no socavaran el socialismo en otras partes, y por si acaso los experimentos fracasaran, su daño al socialismo sería insignificante. 
La competencia regional
La presencia de dos reformas fue una característica determinante de la transición económica de China. No separar las dos es la principal fuente de confusión al momento de comprender las reformas en China. El gobierno chino, comprensiblemente, ha promulgado un relato de la reforma que gira alrededor del Estado, proyectándose así mismo como un diseñador omnisciente y como un instigador de la misma. El hecho de que el Partido Comunista de la China ha sobrevivido a la reforma de mercado, todavía monopoliza el poder político, y sigue activo en la economía ha ayudado a vender el relato estatista de la reforma. Pero fueron las revoluciones marginales las que trajeron el emprendimiento y las fuerzas de mercado de vuelta a China durante la primera década de la reforma, cuando el gobierno chino estaba ocupado rescatando al sector estatal.
La segunda parte de nuestro relato empieza en 1992 después de Deng Xiaoping realizara su tour por el sur del país. Mientras que las revoluciones marginales trajeron las fuerzas de mercado de vuelta a la China durante la década anterior, la competencia regional se volvió la principal fuerza transformadora durante la segunda década, convirtiendo a China en una economía de mercado para fines del siglo. La competencia regional no era nueva; había existido durante la primera década de la reforma. Pero luego creó barreras al comercio en las fronteras de las provincias y fragmentó la economía china. China implementó la reforma de precios en 1992, la reforma tributaria en 1994, y empezó a privatizar las empresas estatales para mediados de los noventa. Estas medidas reformadoras abrieron el camino para el auge de un mercado común nacional, que fue capaz de imponer la disciplina de mercado a todos los actores económicos, convirtiendo a la competencia regional en una fuerza transformadora.
Aquí, nuestro relato difiere de aquel presentado por Huang Yasheng en su libro, Capitalismo con características chinas. Un argumento controversial de Huang es que China fue más capitalista y empresarial en los ochenta que en los noventa. Si el argumento quiere decir que los emprendimientos privados prevalecieron en contra del Estado durante los ochenta, entonces está muy en sintonía con nuestro relato de las “revoluciones marginales”. Pero si este sugiere que China se apartó del libre mercado durante la segunda década de las reformas, está ignorando un cambio fundamental en la economía durante los noventa. Y esto es el florecimiento de un mercado nacional común, el cual era un requisito para que la competencia regional funcione.
Identificada con las inversiones repetitivas, la competencia regional es muchas veces culpada por distorsionar la ventaja comparativa y por socavar las economías de escala. Una imagen más matizada surgió en nuestro relato. Lo que la competencia regional hizo fue convertir la ventaja de China en espacio, siendo un país continental, en la alta velocidad de la industrialización. Cómo esto sucedió puede ser mejor apreciado desde una perspectiva Hayekiana, la cual resalta el crecimiento del conocimiento como la fuerza catalizadora que determina el cambio económico. En la época de Mao, la educación estaba siendo atacada y el conocimiento se volvió un riesgo político; China se aisló de Occidente y se apartó de sus propias tradiciones. La ideología radical de Mao empobreció la economía China y, peor aún, cerró las mentes de los chinos.
Luego de la muerte de Mao, China volvió a adherirse al pragmatismo. “Buscando verdad en los hechos” se volvió el nuevo lema del Partido; volverse rico se convirtió en algo glorificado. El obstáculo más limitante para el crecimiento económico era la falta de conocimiento. Esto incluía al conocimiento técnico, al conocimiento acerca de las instituciones —cómo varias instituciones que respaldan al mercado funcionan, y al conocimiento local —lo que Hayek describía como “el conocimiento de las circunstancias particulares del tiempo y el lugar”. La solución a este problema se encontró en la competencia regional. Cuando las 32 provincias de China, sus 282 municipalidades, 2.862 condados, 19.522 pueblos y 14.667 aldeas se lanzaron a una competencia abierta en busca de inversión y buenas indeas para desarrollar la economía local, China se volvió un laboratorio gigantesco donde muchos y diversos experimentos económicos fueron ensayados de manera simultánea. El conocimiento de todo tipo fue creado, descubierto y difundido rápidamente. Mediante el crecimiento del conocimiento, la escala enorme de la industrialización china hizo posible su rápida velocidad.
Conclusión
Considerando nuestro relato de cómo China se volvió capitalista, ¿qué podemos decir acerca de la forma en que el capitalismo surgió en China? Una característica persistente de la transición hacia el mercado de China es la falta de liberalización política. Esto no es para sugerir que el sistema político chino se ha mantenido intacto durante los últimos 35 años. El Partido se ha distanciado así mismo de la ideología radical; ya no es comunista, excepto en nombre. En los últimos años, el Internet ha empoderado cada vez más a los chinos para que hagan escuchar su voz en cuestiones políticas. No obstante, China sigue siendo gobernada por un solo partido político.
Esta continuidad esconde un cambio fundamental en la realidad política de la China. Con la muerte de Deng Xiaoping, la política del “caudillo” llegó a su fin. Bajo Jiang Zemin y Hu Jintao, China ya no fue gobernada por un líder carismático. En este sentido, la política China hoy es cualitativamente distinta a aquella de la época de Mao o de Deng. Pero el gobierno chino no ha reconocido el hecho de este cambio político en la realidad; ha habido pocos esfuerzos para construir instituciones que preparen a China para una nueva realidad política.
La combinación de una veloz liberalización económica y una política que parece no cambiar ha conducido a muchos a describir la economía de mercado de China como una economía liderada por el Estado, como un capitalismo autoritario, lo cual mucha gente ha reconocido correctamente como frágil e insostenible. Cuándo y cómo China se adherirá a la democracia, y si el Partido sobrevivirá su democratización, son las principales preguntas realizadas acerca del futuro político de China. En nuestro libro, ofrecemos una perspectiva distinta. Provee un diagnóstico distinto del principal defecto en la economía de mercado de China: China ha desarrollado un mercado sólido de productos, pero todavía carece de un mercado libre de ideas.
El mercado de ideas apunta a una manera alternativa de pensar acerca del futuro político de China. Nuestro razonamiento está principalmente basado en las siguientes dos consideraciones. Primero, la competencia entre múltiples partidos no funciona a menos que sea cultivada y disciplinada por un mercado libre de ideas, sin el cual la democracia fácilmente puede ser secuestrada por grupos de interés y socavada por la tiranía de la mayoría. El desempeño de la democracia depende de manera crítica del mercado de ideas, así como la privatización depende del mercado de activos capitales. Segundo, la competencia entre múltiples partidos prácticamente no tiene precedente en la historia china. De hecho, la palabra china para “partido” (党) tiene una fuerte connotación negativa en el pensamiento político chino tradicional. “Formar un partido y perseguir el interés propio” (结党营私) ha sido consistentemente denunciado como algo que socava el ideal político, que es que “lo que está debajo del cielo es para todos” (天下为公). En cambio, el mercado de ideas tiene una raíz profunda y venerada en el pensamiento chino tradicional: “dejen que cien escuelas de pensamiento compitan” ha sido respetado como un ideal político desde los tiempos de Confucio. Es nuestra opinión que el mercado de ideas promete una estrategia más gradual y viable para reconstruir la política china sobre los principios de la tolerancia, la justicia y la humildad.
A lo largo de los últimos 35 años, China se ha abierto capitalismo no solo en el ámbito económico. La teoría de los sentimientos morales tiene más de una docena de traducciones chinas; el libro se ha ganado el corazón y la mente del Premier Wen Jiabao. El mensaje de Adam Smith atrae mucho a los chinos, no en poca medida debido a su palpable similitud con el pensamiento chino tradicional acerca de la economía y la sociedad. Un resultado sorprendente de la transición de China hacia el capitalismo es que China encontró una forma de volver a sus raíces culturales. 
“Buscar la verdad en los hechos” es una enseñanza china tradicional, que Deng Xiaoping equivocadamente denominó “la esencia del Marxismo”. Pero muchos hechos están encubiertos en China porque un mercado libre de ideas todavía no existe. Somos optimistas, aunque de manera precavida, de que China puede que se adhiera a un mercado de ideas durante las próximas décadas, así como permitió un mercado de productos en el pasado reciente. Conforme nuestra economía moderna se vuelva más y más determinada por el conocimiento, las ganancias de un libre intercambio de ideas se volverán demasiado grandes; los costos de suprimirlo son demasiado altos.
La adopción de China tanto de su historia como de la globalización nos conduce a creer que el capitalismo chino, que recién inició su largo viaje, será distinto. Esto es deseable no solo para China, sino para Occidente y para todos los demás también. También es deseable para la economía de mercado a nivel mundial. Hoy, la biodiversidad es reconocida como algo vital para mantener nuestro ambiente natural. La diversidad institucional juega un papel similar cuando se trata de mantener a la sociedad humana resistente. El capitalismo será mucho más sólido si no es un monopolio de Occidente, pero florece en sociedades con distintas culturas, religiones, historias y sistemas políticos. Mientras que el comercio en el mercado global de productos hace que la guerra sea demasiado cara como para ser librada, un mercado global de ideas puede tolerar y prosperar sobre la colisión de ideas pero nos aleja de la colisión de civilizaciones.

jueves, 19 de febrero de 2015

LOS ESTADOS DESUNIDOS DE AMÉRICA

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  Andres Oppenheimer

EL NUEVO HERALD

Mientras que los presidentes latinoamericanos se reúnen casi todos los meses en cumbres que por lo general terminan con grandes promesas de aumentar drásticamente la integración económica, varios informes que han pasado casi desapercibidos pintan un panorama muy diferente: muestran que el comercio intra-regional está cayendo.
Un informe publicado en enero por la Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI), un grupo formado por la mayoría de naciones sudamericanas y México, dice que el comercio entre sus países miembros se ha reducido en más de un 17 por ciento en los últimos tres años, y que la últimas cifras de diciembre del 2014 confirman una continua “tendencia a la baja”.
Otro informe anterior realizado por el Ministerio de Defensa del Reino Unido es aún más dramático. Dice que “es probable que América Latina y el Caribe permanezcan políticamente y económicamente fragmentados” durante las próximas tres décadas, “con países individuales persiguiendo relaciones bilaterales en lugar de formar un sólido bloque unificado”.
El informe titulado “Tendencias Estratégicas Globales hacia 2045”, y disponible en internet, afirma que “es probable que la región seguirá siendo una comunidad de países no muy unidos en lugar de convertirse en una entidad federal institucionalizada”.
Añade que “mientras que es probable que las organizaciones subregionales como la CELAC, la CARICOM y el MERCOSUR continúen, es poco probable que se conviertan en instituciones poderosas, y unificadas. Esto hace probable que las relaciones con actores externos se llevarán a cabo de manera bilateral”.
En otras palabras, los analistas militares británicos predicen que los países latinoamericanos, especialmente los miembros del bloque comercial sudamericano de Mercosur, que prohíbe a sus miembros firmar individualmente acuerdos de libre comercio con Estados Unidos, la Unión Europea u otros bloques externos, pronto se quitarán las ataduras y perseguirán sus intereses nacionales mediante la firma de acuerdos comerciales bilaterales con potencias extra regionales.
Esto significaría que eventualmente muchos países latinoamericanos comenzarían a reconsiderar su decisión del 2005 en la IV Cumbre de las Américas en Mar del Plata, Argentina, de rechazar formalmente la idea de un Área de Libre Comercio de las Américas.
En ese momento, Brasil, Argentina y Venezuela se envalentonaron por el aumento de los precios mundiales del petróleo, la soja y otras exportaciones de materias primas, que los enriquecieron de un día para otro. Creían que las materias primas reinarían para siempre.
Pero ahora que los precios mundiales de las materias primas se han derrumbado — el petróleo ha caído más de un 50 por ciento en los últimos seis meses —, los miembros de Mercosur están sintiendo el impacto. Hay crecientes presiones dentro del país más importante de Mercosur, Brasil, para cambiar las reglas del bloque y permitir que los países miembros puedan firmar acuerdos de libre comercio con quien quieran, incluyendo Europa y Estados Unidos.
Las exportaciones de Brasil a Argentina, por ejemplo, han caído en un 35 por ciento en el último año y medio, según las cifras de la ALADI. Otros miembros como Uruguay y Paraguay están aún más ansiosos por firmar acuerdos de libre comercio con socios extra regionales.
Pero, en lugar de abrir sus economías entre sí y negociar conjuntamente con el resto del mundo, la mayoría de los presidentes latinoamericanos — especialmente los de Venezuela, Argentina, Ecuador y Bolivia — están engañando a sus pueblos con cuentos de hadas según los cuales la región está cada vez más integrada.
De hecho, según datos de las Naciones Unidas, el comercio interregional de América Latina es de apenas el 19 por ciento de su comercio en todo el mundo, en comparación con Asia que está en un 40 por ciento, y Europa con más del 60 por ciento.
Mi opinión: América Latina tiene una sopa de letras de instituciones regionales dedicadas parcialmente o totalmente a promover la integración (CELAC, UNASUR, MERCOSUR, ALADI, SICA, SIECA, el ALBA, AP, CARIFTA, CARICOM, CAN, y la OEA son sólo algunos de ellas). Algunos bloques, como Unasur, funcionan como sociedades de protección mutua para regímenes represivos, como se vió tras las protestas que dejaron 43 muertos en Venezuela el año pasado.
Ahora que el auge de los precios de los productos básicos se terminó, es hora de fusionar la mayoría de estos bloques, especialmente el alicaido Mercosur con la mucho más eficiente Alianza del Pacífico — integrada por Chile, Perú, Colombia y México — e iniciar negociaciones conjuntas con las economías más grandes del mundo.
Los vientos políticos están cambiando. No sería de extrañar que quien sea electo presidente de Estados Unidos en el 2016 reflote la idea de un Área de Libre Comercio de las Américas (con otro nombre, por supuesto) para aquellos que estén dispuestos a participar. Y no sería raro que el nuevo presidente — o la nueva presidenta — lo haga a petición de varios países latinoamericanos.

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martes, 10 de febrero de 2015

                       GOBIERNO CARADURA E IMPUNIDAD




                 
                      




Cómo no subrayar el caradurismo de los jerarcas  chavistas cuando, frente a las medidas soberanas que, gusten o no, adoptó el gobierno norteamericano contra funcionarios venezolanos que considera violadores de los derechos humanos, lo acusan de “fomentar la impunidad” en nuestro país. Canciller y Fiscal hablando de impunidad ¡Por favor!

Cinismo mayor no puede encontrarse. ¿Cómo se les ocurre hablar de impunidad en un país en el que el 90% de los crímenes no son perseguidos ni sancionados por fiscales y  tribunales? ¿No es acaso la Fiscalía General de la República uno de los factores fundamentales de este desbarajuste de impunidad nacional? 

Y esto sin hablar de la inacción en materia de corrupción y de las violaciones a los derechos humanos de los detenidos en las cárceles, torturados, entre otros lugares, en un recinto de horror que se está haciendo famoso: La Tumba.
La señora Delcy Rodriguez, en declaraciones que dio conjuntamente con la Fiscal General, señala que hay varias causas que se siguen en el país que supuestamente no han conseguido respuesta de autoridades norteamericanas.
Y yo me pregunto cuántas miles de causas penales en nuestro país no han recibido respuestas de la Fiscalía o de los tribunales que el gobierno maneja a su antojo.
Según los estudiosos del tema, alrededor del 90% de los homicidios no tiene castigo. Hace un año, de 8.813 denuncias de violación de los derechos humanos que fueron consignadas en la Fiscalía General, el 97% fue archivado. De 8.813 denuncias de violación de derechos humanos que recibió la fiscalía venezolana, el 97% fue archivado. De los 30.000 casos de diversos delitos que recibió la Fiscalía, sólo el 7% finalizó en acusaciones, según cifras oficiales.
Según Provea, en el primer semestre de 2014, 110 presos resultaron heridos y 150 asesinados en las cárceles del país. Desde 1999 han muerto 6.313 personas y 16. 318 han resultado heridas allí.  
Desde el mes de febrero de 2014 hasta la fecha, afirma el Foro Penal, han sido detenidas arbitrariamente 3.414, entre ellas, 287 menores de edad, 80% estudiantes. Siguen detenidas 62 de ellas en cárceles de horror. Se reportan 157 casos de tortura, tratos crueles, degradantes e inhumanos.
Por otro lado, uno se pregunta por qué el juicio sobre el asesinato a mansalva de Basil Da Costa en febrero del año pasado, aun no ha comenzado.  
¿Y qué nos dicen del extraño asesinato del ex gobernador Jesús  Aguilarte? ¿Y el del fiscal Anderson?
Ante este cuadro nacional espeluznante, vienen ahora de manera desfachatada a hablarnos de impunidad unas funcionarias cuyas ejecutorias públicas no les acreditan autoridad moral alguna para reclamar a nadie dentro y fuera del país absolutamente nada.
Antes de reclamar a otros que actúen de una forma determinada, deberían empezar por cumplir en Venezuela con su deber.
Pero eso sería esperar un imposible de quienes tienen la maña de atribuir a terceros los males que padecemos y que ellos mismos han creado y/o ampliado. De quienes perversamente culpan de sus errores a las propias víctimas, y hasta llegan a destruir los bienes públicos a cargo de gobernantes de oposición, para que no puedan prestar sus servicios a la comunidad, como es el caso reciente de la Alcaldía de Sucre, en el que destruyeron camiones de basura, cuyos antecedentes han sido denunciados, por cierto, decenas de veces ante la Fiscalía y ésta ni se inmuta.
¿Nos hablan de impunidad ahora? 
Impunidad es la que ha caracterizado a 16 años de desgobierno empobrecedor y de tolerado, cuando no, aupado envalentonamiento de la delincuencia en todas sus facetas.

EMILIO NOUEL V.
@ENouelV

 

martes, 3 de febrero de 2015



                  EL REACOMODO HEMISFÉRICO Y VENEZUELA
                                        

Refería en pasada ocasión que en el hemisferio está teniendo lugar un “rebarajo” de las relaciones políticas, uno de cuyos síntomas más patentes es la jugada de Obama respecto de Cuba, y que luce, de arrancada, como un elemento de distensión con consecuencias aún por verse.
Esta nueva situación no deja de estar también condicionada por los cambios experimentados por un factor muy importante: el energético.
Frente a estos desarrollos, el mexicano Enrique Krauze ha llegado incluso a preguntarse si este cambio geopolítico no significaría el fin del antiamericanismo, cuyo eje, según él, fue siempre Cuba desde la guerra entre EEUU y España a finales del siglo XIX.
Lo cierto de todo es que no habían pasado dos semanas de aquel reencuentro estadounidense-cubano cuando vemos a todos los países y micropaíses caribeños,  miembros de Petrocaribe, reunirse en Washington con el vicepresidente Joe Biden, para tratar el tema de la seguridad energética. A esta cita acudieron no solo otros países del hemisferio como Colombia, Canadá y México, sino también naciones europeas. No fue invitado nuestro país, Venezuela, lo cual es de por sí una mala señal.
A estos  hechos se suma más tarde la Cumbre de la CELAC, en la que, de nuevo, se pretendió escalar la pugnacidad contra el vecino del Norte por parte de los países “albanos”, sin mucho éxito. Esta organización, una entelequia más de la región, sin embargo, rebajó el tono antiamericano de otras oportunidades y registró el acercamiento cada vez más intenso con los chinos.
En este contexto general, también estallan dos escándalos cuyo protagonista es el gobierno venezolano.
Uno, el de la conducta torpe frente a la visita de 3 expresidentes de la región (Pastrana, Piñera y Calderón), que pretendieron infructuosamente hablar en la cárcel con Leopoldo López, dos de ellos recibieron el apoyo de sus gobiernos, y el otro, las denuncias graves sobre supuestos vínculos con el narcotráfico en contra el Presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, presuntamente formuladas ante autoridades norteamericanas por un estrecho colaborador (jefe de su seguridad) del finado Chávez.
Este cuadro continental enrevesado anuncia nuevas dinámicas y procesos. De capa caída la petrodiplomacia chavista, su influencia se ve reducida. De sus principales amigos, vemos al kirchnerismo de retirada, envuelto en un caso oscuro caso junto a los terroristas que perpetraron un atentado hace unos años (AMIA) y la muerte del fiscal que llevaba el asunto.
La señora Rousseff, por su parte, con plomo en el ala desde la última elección, no la tiene nada fácil, la economía no ha marchado bien y ha tenido que incorporar  a su gobierno a figuras bien vistas por sectores económicos, sin mencionar el grave escándalo de Petrobras que toca a gente de su partido y de otros. Su candidato a la presidencia de la Cámara del parlamento fue derrotado recientemente.
Como consecuencia de la iniciativa de EEUU mencionada, pareciera que los países caribeños vuelven a mirar al norte, una vez constatado que ya el chavismo no les garantiza petróleo seguro, barato y sin chantaje político.
Este reacomodo hemisférico, sin duda, plantea varios interrogantes.  ¿Tiene futuro la OEA? ¿La CELAC podrá sustituirla? ¿Y qué de la comunidad iberoamericana? ¿La ALBA va aceleradamente hacia la irrelevancia y a su inexorable desaparición? ¿Recupera EEUU su liderazgo continental sobre bases distintas de diálogo, cooperación e integración?  ¿Será el modelo de integración abierta y flexible de la Alianza del Pacífico el que se imponga frente a los demás? ¿Terminará siendo determinante China en nuestro patio, habida cuenta de los crecientes nexos políticos y económicos? ¿La oleada populista autoritaria se desvanece?
Mientras todos estos trascendentes asuntos están planteados, en nuestra Venezuela la deriva paranoica de un gobierno autoritario e incompetente nos hunde más y más en el desconcierto y la penuria, a lo que suma la desfachatez de acusar de los efectos de sus nefastas acciones a terceros o a las propias víctimas de ellas.
La caída del precio del petróleo afecta el activismo internacional del gobierno, que fue alimentado por aquel recurso energético, permitiéndole influir políticamente en su entorno cercano y más allá.
Ahora que el tiempo de las vacas flacas llega con toda su dureza, el derroche descontrolado de la riqueza petrolera que practicó para mantenerse en el poder se devuelve en su contra.
En el hemisferio pareciera que cada día son más los que se han cansado de sus extravagancias, desplantes y arbitrariedades, sin olvidar los que lo abandonan por simples razones crematísticas.
Un nuevo cuadro continental se empieza a dibujar, y ojalá sea para bien en términos de libertades, bienestar material y democracia para todos los países, especialmente, para el nuestro.
EMILIO NOUEL V.
@ENouelV
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