lunes, 29 de septiembre de 2014

EL “COMANDANTE SUPREMO Y ETERNO”, PADRE DEL DESMADRE FINANCIERO ACTUAL 

                                                         

Unos años hace que preparamos un trabajo acerca de los arbitrajes a los que había sido llevada Venezuela como consecuencia de una absurda política de estatizaciones e intervenciones gubernamentales, lesivas a los intereses patrimoniales de los venezolanos.
Estas controversias, generadas de manera torpe por el gobierno, contribuyen a engrosar los eventuales montos de los compromisos financieros externos que se vería obligada a honrar Venezuela en los años venideros.
Por aquellas fechas, alrededor de 28 demandas estaban consignadas en el CIADI, instancia arbitral del Banco Mundial encargada de dirimir controversias sobre inversiones internacionales. Versaban las demandas formuladas sobre varios sectores económicos: petróleo, cemento, construcción, servicios, ganadería, minería, envases de vidrio, carbón, fertilizantes, entre otros. Alrededor del 14 % de los casos en CIADI correspondían a Venezuela.
Entonces, el gobierno estaba engolosinado con los ingentes recursos económicos que recibía del petróleo. Para él, así sería per sécula seculorum; creía tener a Dios agarrado por la chiva.
Las consecuencias nefastas a mediano y largo plazo que tales acciones irresponsables tendrían para el tesoro público, ni por asomo pasaban por la sesera de los genios del gobierno, mucho menos por la de la autoridad máxima, Chávez, cuya ideología delirante sería la causa directa de la crisis económica que vivimos y del aprieto financiero que estamos padeciendo.
Vista la situación crítica actual, se impone enfatizar la idea de que aquellos polvos trajeron estos lodos, que los estropicios del gobierno, su desprecio por los derechos económicos consagrados en el ordenamiento jurídico, han perjudicado, además, el prestigio y credibilidad del país.
Antes de que nos cayera encima la calamidad del gobierno chavista, Venezuela había sido demandada ante el CIADI, una sola vez. Desde el año 2000 hasta el presente año, 38 veces, cuyas probables condenas a Venezuela, que aun cuando alcanzarán sólo una tercera parte de lo demandado, serían, igualmente, mil millonarias.

                                             CASOS DE VENEZUELA EN CIADI (2000-2014)

Empresa
Sector económico
Año
Grad Associates *
Construcción
2000
Autopista Concesión Caracas-La Guaira *
Construcción
2000
Vanessa Ventures *
Minería
2004
I.I. Beeher B.V. *
Instrumento de deuda
2005
Vestey Group
Agropecuario
2006
Eni- Dacia BV *
Hidrocarburos
2007
Mobil Corporation
Petróleo y gas
2007
Conoco-Phillips LTD
Petróleo y gas
2007
Brandes Investment Partners *
Telecomunicaciones
2008
Cemex *
Producción de cemento
2008
Holcim limited y otros
Producción de cemento
2009
Gold Reserve Inc. *
Minería
2009
Tidewater Inc.
Servicios marítimos
2010
Universal Compression International
Servicios petroleros
2010
Opic Karimun Corporation *
Petróleo
2010
Flughafen Zürich y otros
Infraestructura
2010
Highbury International AVV
Minería
2011
Nova Scotia Power Incorporated *
Carbón
2011
Longreef Investments
Producción de café
2011
Crystallex International Corporation
Minería                            
2011
The Williams Company y otros
Inyección de gas
2011
Koch Minerals Sarl
Construcción  Plantas
2011
OI European Group BV
Industria de vidrio
2011
Tenaris S. A (Techint) y otros
Planta briquetas acero
2011
Hortensia Margarita Shortt
Transporte marítimo
2011
Gambrinus Corp.
Industria fertilizantes
2011
Saint Gobain Performance
Producción de plástico
2011
Rusoro Mining
Minería
2012
Ternium-Siderurgia Amazonia *
Manufactura de acero
2012
Blue Bank International
Turismo
2012
Valle Verde Sociedad Financiera
Finanzas
2012
Fábrica Los Andes
Vidrio
2012
Venoklim Holding
Lubricantes
2012
Tenaris and Talta
Acero
2012
Transban Investments Corp.
Automotor
2012
Valores Mundiales-Consorcio Andino
Importación
2013
Anglo American PLC
Minería
2014
Highbury International-Compañía Minera de Bajo Caroní AVV- Ramstein Trading Inc

Minería

2014
                                         (Elaborado por Emilio Nouel. Fuente: CIADI. Con asteriscos casos concluidos)  
El ordenamiento jurídico sobre el particular ha sido desnaturalizado, al crear un clima hostil de incertidumbre jurídica que ha afectado negativamente la inversión nacional y foránea, y nuestro comercio internacional; y en consecuencia, el empleo, la producción, el abastecimiento, la competitividad  y el desarrollo económico.
El gobierno nacional, al establecer un control de cambios que no tiene ninguna justificación económica sino política, afectó el principio de libertad económica al dejar sin efecto la libre convertibilidad de la moneda consagrado en nuestras leyes y establecido como regla en la normativa internacional. Este control ha probado con creces su perversidad, perjudicando a propios y extraños.
En cuanto a las empresas extranjeras expropiadas, se han violado normas legales expresas que obligan a pagar de manera justa y oportuna las indemnizaciones, provocando las demandas referidas de parte de empresas de diversos países, socios tradicionales del nuestro, que han sido objeto de medidas intervencionistas caprichosas e injustificadas.   
La caída de la inversión extranjera directa en Venezuela es dramática, y es el corolario necesario de una deriva económica desastrosa. El irrespeto a la propiedad privada, políticas cambiantes, modificaciones legales recurrentes, imprevisibles y gravosas para la actividad empresarial, la inseguridad jurídica en general, han espantado la inversión nacional y foránea. 
Hugo Chávez es el padre de este desmadre financiero, que sus sucesores han profundizado. No solo es responsable del enorme despilfarro y corrupción, también de un inconmensurable daño al patrimonio de la Nación, al exponer al país a pagar miles de millones de dólares por efecto de aquellas demandas, que nunca debieron ser  provocadas. ¿Pagarán por este desaguisado?

domingo, 28 de septiembre de 2014

DERECHO Y DEMOCRACIA


RAFAEL MATEU DE ROS

El Derecho, el verdadero Derecho, es el que ha nacido y el que fluye permanentemente de la sociedad civil. Es un Derecho anclado en la realidad social de las instituciones y de las comunidades, que se va formando a lo largo de la historia y también en la realidad individual y en la libertad de las personas. Es la propia realidad social organizada, la vida misma ordenada de modo libre y espontáneo por los particulares y las empresas privadas para establecer fórmulas básicas de organización, conciliación de intereses y resolución de conflictos.
Ahí, en ese caldo primordial de la sociedad civil, es donde radica la sustancia de los derechos fundamentales y de tantos principios jurídicos que nos demuestran cada día la insuficiencia del formalismo jurídico: prescripción, caducidad, preclusión, revocación, confirmación, convalidación y ratificación de los contratos, condonación, amnistía, indulto, buena fe, prohibición del abuso de derecho, interdicción de la arbitrariedad administrativa, economía de opción y otras muchas instituciones serían innecesarias y contradictorias en el mundo “ideal” del formalismo kelseniano en el que no hay lagunas del Derecho, todo es perfecto y las normas contemplan y modulan cualquier posible reacción social.
Pero el Derecho, por expresarlo en términos de las artes plásticas, no es una obra que responda al modelo académico de la figuración formal ni tampoco al hermetismo de la abstracción geométrica. Menos aún almarketing del “arte” conceptual y manufacturado de Damien Hirst o de Jeff Koons, que podría emparentar tal vez con alguna variante del decisionismo político. Se parece más el Derecho a los cuadros informalistas de Miró, de Millares, de Tàpies, o de Mompó, en los que la materia, los signos, los colores y los seres se mueven en el escenario dinámico del ciclo de la vida y se manifiestan con la autenticidad de la creación genuina e incondicional.
Como el Derecho proviene de y vuelve a la realidad social, no hay norma —Constitución incluida— que pueda suponer un freno material ante una realidad social extendida y consolidada que se formule en términos razonables y que se articule de modo pacífico y democrático. Huyamos del fundamentalismo constitucionalista dogmático. Antes de la Constitución está la democracia: elecciones libres, libertades y derechos fundamentales de las personas y de las sociedades. Lo demás —el régimen electoral, el bicameralismo, los privilegios de los partidos e incluso los procedimientos de revisión constitucional— son creaciones de la clase política que no forman parte del núcleo esencial de la democracia. Es Derecho constitucional secundario y contingente. Preocupan, en ese sentido, las alabanzas al “significado de las formas” contenidas en una serie inacabable y ya aburrida de artículos sobre el “principio de legalidad”, entendido en clave rabiosamente formalista, que se vienen publicando en los últimos meses.
Hay que fulminar a los gobernantes involucrados en actuaciones irregulares y a todas las autoridades y funcionarios corruptos
El principio democrático exige que si una comunidad organizada —desde una simple comunidad de propietarios hasta un territorio del Estado pasando por el patronato de una fundación, la asamblea de una asociación o de un colegio profesional o la junta general de una sociedad civil o mercantil— quiere votar su transformación, su fusión o su disolución, pueda hacerse. Pero el principio democrático impone también que, puesto que ese escrutinio ha de realizarse dentro de un marco normativo previo emanado del Estado a propuesta del sector interesado que establezca sus condiciones y consecuencias con toda precisión y transparencia, se determine previamente el régimen que haga posible la consulta. Es el Estado el primer interesado en constatar si la realidad social cuya existencia indubitada algunos proclaman es tal o solo existe en la imaginación interesada de una fracción política. El principio de legalidad no debe actuar como freno sino, todo lo contrario, como impulsor del proceso.
La democracia no es un sistema de bajo coste. Sus ventajas dependen de que existan mecanismos para conocer en cada momento la voluntad social. Y de que esa voluntad se exprese —tanto en las elecciones como en las consultas— a través de niveles de concurrencia significativos y de mayorías suficientes.
Para ello hay que votar y volver a votar. Votar a todos o casi todos los cargos públicos e introducir enmiendas a la Constitución siempre que sea necesario, como en EE UU. Utilizar los mecanismos de democracia directa, como en Suiza. Votar para reformar la estructura de la Administración pública y para fomentar la educación, la investigación y el arte como en Francia. Suprimir ayuntamientos y entidades innecesarias como en Italia. Negociar Gobiernos de coalición como en Alemania, dar responsabilidades a formaciones políticas diversas como en el Reino Unido, disolver el Parlamento y convocar elecciones generales cuando se acuse la pérdida de la legitimidad adquirida en unas elecciones, sustituir a quienes han sido puestos al frente de los organismos reguladores —y de las imperecederas empresas públicas— arbitrariamente, por su mera adscripción política y, por supuesto, fulminar a los gobernantes involucrados en actuaciones irregulares y a todas las autoridades y funcionarios corruptos. Así funcionan las democracias más desarrolladas, de las que, porque falta de diálogo, esfuerzo y dureza con la corrupción, no acabamos de formar parte.
Rafael Mateu de Ros es doctor en Derecho.

viernes, 26 de septiembre de 2014

MARGARITA ES UNA LÁGRIMA


                                      


Emilio Nouel V.

Hacia el año 1961, siendo yo muy niño, mi padre, al que le gustaba viajar por el país, junto a tíos, nos aventuramos encaravanados hacia la isla de Margarita. Recuerdo que uno de ellos, a la salida, nos decía a sus sobrinos e hijos: “Rumbo a la Capri venezolana”.
Fue un viaje largo e interminable, ferry mediante. Llegamos a La Asunción, a una de esas viejas casas, propiedad de un margariteño casado con una prima de mi madre, en donde se dormía con las puertas abiertas, no había temor del malandraje, que lamentablemente hoy se ha extendido allí.
El desarrollo urbano de entonces ni la sombra del actual. Para todos fue un viaje encantador, y los recuerdos son muy gratos desde la distancia de los años. Imagínense, tuvimos a playa El Agua, prácticamente sólo para nosotros.
De entonces a esta parte, no he dejado de visitarla, a veces hasta más de una vez en un año. Y un entrañable afecto tenemos por ese bello rincón de nuestro país.
Hemos visto con buenos ojos su desarrollo turístico, sector, por cierto, que en nuestro país ha sido muy descuidado en general por los gobiernos. Cuando pensamos en el enorme potencial que tiene, no alcanzamos a comprender porqué no ha habido la voluntad política para impulsarlo sostenidamente con decisión y recursos, y promoviendo las inversiones nacionales y extranjeras. 
La situación de Margarita hoy es deplorable. El Puerto Libre está al borde del derrumbe, si es que ya no está ahí. La demencial política cambiaria, entre otros efectos económicos, también está hundiendo a la isla. Las condiciones no sólo de la población residente, sino del área de los servicios turísticos no pueden ser más desalentadoras. El desabastecimiento de productos alimenticios y de otros órdenes es crítico. Los servicios de electricidad y agua son una calamidad.
Todo aquel que visita o visitó a Margarita en los últimos años, al regreso no hace sino quejarse o lamentarse de las circunstancias penosas y las carencias que se experimenta gracias a la desidia e indolencia casi criminales de un gobierno incompetente y destructor de todo lo que pasa por sus manos.
Los dirigentes empresariales de la isla han lanzado varios gritos de socorro ante la creciente incertidumbre, que los está empujando al precipicio. Pero el gobierno parece no importarle el destino de los margariteños y su fuente principal de empleo e ingresos.
Vamos pa’ Capri” repetía el tío mientras avanzábamos por las estrechas carreteras de la  época. Y en efecto, la “Capri venezolana”, ayer como hoy, no nos defraudó con sus bellezas naturales y su acogedora gente. Ojalá no la suman en la depresión económica y la frustración. Ojalá se den cuenta del daño que están causando a sus habitantes y a Venezuela, y reaccionen.
Aquí, una lágrima por Margarita.


 @ENouelV

emilio.nouel@gmail.com

jueves, 25 de septiembre de 2014

Europa es consenso, no confrontación partidista


JOSEP M. COLOMER
Pese a los augurios de los buscadores de escándalos, en la Unión Europea continúa prevaleciendo el consenso más que la competencia y la confrontación partidistas. Tras las elecciones del pasado mes de mayo, los grupos popular y socialista acordaron compartir la presidencia del Parlamento; tres meses después, los nuevos presidentes del Consejo y de la Comisión y la Alta Representante para Asuntos Exteriores y de Seguridad fueron seleccionados mediante un amplio y equilibrado acuerdo entre el Norte y el Sur y entre las principales tendencias políticas.
En paralelo, entre los mayores grupos nacionalistas que tanto revuelo levantaron con su crecimiento electoral —especialmente el Frente Nacional francés y el UKIP británico— afloraron inmediatamente las rivalidades nacionales que les caracterizan y han acabado separados en los dos grupitos parlamentarios más pequeños. Las alarmas sobre el crecimiento de un antieuropeísmo amenazante han sido desmentidas una vez más.
La gran mayoría de las decisiones importantes en las instituciones europeas siempre han sido tomadas no mediante la competencia entre partidos sino por amplio consenso entre los tres partidos más grandes: los populares de centro-derecha, los socialistas de centro-izquierda y los liberales intermedios, los cuales, a pesar de las pérdidas relativas en las últimas elecciones, reúnen el 64% de los escaños en la Cámara actual y dirigen prácticamente todos los Gobiernos de los Estados miembros de la Unión. La cooperación multipartidista se apoya en un amplio consenso en políticas públicas, y en particular en la política económica, como se ha mostrado en la gestión de la crisis por Gobiernos estatales dirigidos por cualquiera de los tres partidos. También proliferan los Gobiernos de gran coalición entre los dos partidos mayores, como en Alemania y Austria, pero también en Italia y Grecia, y quizá también en España en un futuro no muy lejano. La cohesión europea está aumentando incluso en política exterior, especialmente a raíz de la crisis con respecto a Ucrania y Rusia.
El consenso no es únicamente político, sino también social, aunque sea solo en forma de pasiva aquiescencia. Para minorías considerables de ciudadanos de Francia, Gran Bretaña y algunos otros países con mayor éxito histórico en la construcción de un Estado nacional, los logros pasados de sus naciones pueden ser más lisonjeros que el proceso en curso e incierto de unión de las tierras europeas. Pero para la mayoría de la gente en todos los países, entre ellos España, la unión de Europa es más atractiva que las cerrazones y rivalidades nacionalistas del pasado. De hecho, el aumento de los nacionalismos extremos, tanto de derechas como de izquierdas, hará que, como reacción, los acuerdos en la coalición centrista y europeísta sean aún más frecuentes y compactos.
Un mercado común y su moneda fueron relativamente fáciles de acordar porque casi todo el mundo podía esperar que obtendría beneficio de ellos
El típico consenso político a nivel europeo es lo contrario de la alternancia de Gobiernos de un solo partido y la política de confrontación, aún vigentes en España. La polarización bipartidista fue típica del régimen británico, pero hoy, tras la novedosa experiencia de un Gobierno de coalición, está probablemente extinguida incluso en el país que era su ejemplo paradigmático. En contraste, en la Unión Europea el multipartidismo facilita una sostenida cooperación moderada. El nombramiento de comisarios seleccionados por sus conocimientos técnicos, más que por su afiliación política, así como los papeles cruciales del Banco Central Europeo y del Tribunal Europeo de Justicia, también impiden un estrecho partidismo y orientan a la Unión hacia la búsqueda de soluciones eficientes y ampliamente aceptadas.
En el próximo futuro es probable que la competencia entre partidos políticos disminuya aún más y sea sustituida por más decisiones de los expertos debido a algunas características de los nuevos desafíos en la agenda de la UE. Un mercado común y su moneda fueron relativamente fáciles de acordar porque casi todo el mundo podía esperar que obtendría beneficio de ellos. Pero la compleción de una unión bancaria y la mayor capacidad de decisión de la Unión en temas fiscales implican mayores niveles de conflictos interestatales de intereses y podrían generar ganadores y perdedores más diferenciados. Por ello, los acuerdos en estos temas tendrán que basarse, aún más que antes, en el consenso basado en conocimientos técnicos, más que en propuestas partidistas confrontadas.
Así, en contraste con las alarmas levantadas en los medios “instantáneos” que siempre andan a la caza de sorpresas, el futuro inmediato de la Unión Europea parece muy predecible. La competencia entre partidos políticos no va a ser una característica importante del sistema. El gobierno de los expertos y el consenso multipartidista en políticas públicas puede incluso aumentar.
Josep M. Colomer es miembro de la Academia Europea.