jueves, 29 de mayo de 2014

Rusia avanza en sus planes para reagrupar el espacio postsoviético

Moscú sella con Bielorrusia y Kazajstán la Unión Económica Euroasiática



La Unión Económica Euroasiática ya es una realidad. Bielorrusia,Rusia y Kazajistán han firmado este jueves el acuerdo correspondiente en Astaná, la capital de este último país cuyo presidente, Nursultán Nazarbáyev, había presentado la idea de su creación hace ya 20 años. El líder ruso, Vladímir Putin, se ha convertido más tarde en el principal impulsor de la Unión, un elemento clave en el proyecto político del Kremlin para reaglutinar el espacio postsoviético. La firma del tratado se produce una semana después de que el Kremlin sellara un importante acuerdo gasístico con China, en un claro esfuerzo de Moscú por consolidar su proyección en Asia y reducir el posible impacto de eventuales sanciones occidentales vinculadas a la crisis en Ucrania.
A pesar de que Rusia no ha logrado todo lo que esperaba, confía en que, en el futuro, la Unión Euroasiática pueda expandirse no solo a otros países que en su tiempo formaron parte de la extinta URSS —Armenia y Kirguizistán, que estuvieron en la cumbre de Astaná, ya manifestaron su intención de adherirse antes de fin de año— sino también a gigantes orientales como China e Irán.El tratado sellado está lejos de lo que el Kremlin hubiera querido lograr: Ucrania no formará parte de la alianza y esta será exclusivamente económica. Los aspectos políticos propugnados por Moscú fueron abandonados por la férrea oposición de Nazarbáyev, aunque sí se incluyeron esferas económicas que se pensaba excluir, como la industria farmacéutica y de equipos médicos y los mercados de hidrocarburos y energía eléctrica. La posibilidad de una moneda común ha quedado para futuros debates. Aún así, la rúbrica es una victoria —y muy importante— para Putin, quien, en momentos de dificultades económicas y, debido a la crisis ucrania, políticas, demuestra tener margen de maniobra.
El nuevo mercado común que comenzará a funcionar el primero de enero de 2015 en el territorio de Bielorrusia, Kazajstán y Rusia cuenta con una población de más de 170 millones de habitantes
Putin solo expresó entusiasmo por el buen término de las negociaciones, mientras que el bielorruso Alexandr Lukashenko, lamentó que la Unión hubiera “perdido a Ucrania en el camino”. El presidente ruso celebró lo que una semana antes, en el Foro Económico Internacional de San Petersburgo, había calificado de “acontecimiento central del año” y dijo que no dudaba de que los países firmantes han creado “un potente y atractivo polo de desarrollo económico”.
El nuevo mercado común que comenzará a funcionar el primero de enero de 2015 en el territorio de Bielorrusia, Kazajstán y Rusia cuenta con una población de más de 170 millones de habitantes. En este espacio —donde habrá, como subrayó Putin “libre movimiento de capitales, mercancías, servicios y mano de obra”— se concentra el 20% de las reservas mundiales de gas y casi el 15% de las de petróleo.
Las negociaciones que permitieron llegar a la firma del jueves fueron difíciles, tanto por razones económicas —Bielorrusia luchó apasionadamente por conservar algunos privilegios— como políticas. Kazajistán logró que se eliminaran los aspectos políticos que Moscú quería que se incluyeran en la Unión: ciudadanía común, política exterior, colaboración interparlamentaria, defensa de fronteras…
Nazarbáyev estaba categóricamente en contra de la politización de la Unión Euroasiática y sostenía que lo principal era conservar la soberanía de los estados miembros. El viceprimer ministro ruso Ígor Shuválov reconoció en una entrevista dada la víspera al periódico Kazajstánskaya Pravda que a Rusia le costó apaciguar los temores de Astaná.
“No oculto que tuvimos que emplear mucho tiempo convenciendo a nuestros socios kazajos de que tras las soluciones que proponíamos no se escondía ninguna amenaza a su soberanía”, señaló Shuválov, agregando que a veces “es bastante difícil de determinar dónde pasa la frontera entre la economía y la no economía”.
El resultado ha sido un tratado muy diferente al que se proponía en un comienzo. Como dijo el viceministro de Exteriores kazajo, Samat Ordabáyev, el texto del proyecto que se les presentó “era enorme”. Tenía casi 2.000 páginas en las que, en esencia, se pretendía reglamentar todas las esferas de la vida estatal: cooperación política, ciudadanía, política exterior, política migratoria y de visados, problemas de seguridad. Nada de eso ha sido incluido en el acuerdo firmado, que se concentra, como resaltó el diplomático, en lo económico.
El jefe de Aduanas ruso, Andréi Belianínov, confirmó indirectamente que no habrá pérdida de soberanía, como ya había subrayado Kazajstán. Afirmó que los países que han rubricado la alianza, que también firmaron la Unión Aduanera en 2010, conservarán sus propios servicios y no se integrarán en un órgano supranacional. “Permanecerán como agencias independientes, subordinadas al Gobierno de su respectivo país”, dijo —se concentra el 20% de las reservas mundiales de gas y casi el 15% de las de petróleo

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