viernes, 7 de marzo de 2014

VENEZUELA Y LA SOBERANA INDIFERENCIA
El novelista judío austríaco, Joseph Roth, hacia 1937 criticaba la “soberana indiferencia” de muchos gobiernos de la época ante los desmanes que estaban siendo perpetrados bajo el régimen nazi.
Escribía entonces: "No se me puede seguir prohibiendo la entrada a casa de mi vecino si éste está matando a sus hijos con un hacha. No puede haber moral europea, europea y cristiana, mientras subsista el principio de no intromisión”.
Roth no hacía otra cosa que cuestionar el “sacrosanto” principio de soberanía externa de los Estados que servía de freno a cualquier acción que impidiera la tragedia de persecución y exterminio en los campos de concentración contra opositores políticos, judíos y otras etnias que estaba teniendo lugar en Europa.
A este horror desencadenado por el gobierno de Hitler nadie oponía un freno; sólo voces aisladas se oían en contra, denunciando masivas violaciones de los derechos humanos. Los gobiernos de los países del entorno seguían siendo escrupulosos defensores del intocable principio de la soberanía externa absoluta. Y las matanzas a su alrededor, por muy espeluznantes que fueran, no eran asunto que les concerniera.
En efecto, estaba claro lo de la soberana indiferencia. Pero muy pronto conocerían amargamente las consecuencias de su  indolencia.
Obviamente, la dimensión y las aberraciones de aquella situación no son comparables con el cuadro de violaciones a los derechos humanos que presenciamos en la Venezuela de hoy.
No obstante, no deja de ser grave lo que nos está ocurriendo. Los múltiples casos de atropellos cometidos, incluso algunos inéditos en nuestro país, no deberían ser desatendidos o esquivados por la opinión pública nacional e internacional, y los gobiernos democráticos extranjeros. La documentación de ellos es amplia.
La firme protesta de amplios sectores nacionales, especialmente, una clase media harta de ver sus condiciones de vida deteriorarse más y más desde hace algunos años, frente a un gobierno militar incompetente y corrupto que en lugar de resolver los problemas, los agrava día a día, ha desencadenado una represión gubernamental brutal, sin parangón en nuestra historia. 
Esta crisis política ha trascendido nuestras fronteras y sensibilizado a mucha gente. Sin embargo, vemos cómo en las instancias de gobierno de la región, con sus excepciones, por supuesto, se mantiene la soberana indiferencia de que hablaba hace 85 años, Joseph Roth.
Y el gobierno militar venezolano se aprovecha de ella, y logra bloquear en organizaciones internacionales como la OEA cualquier pronunciamiento o medida que ponga coto a sus arbitrariedades.
Esta indiferencia de la región latinoamericana, en no pocos casos no es más que el pago de favores recibidos, pero también es expresión de un apego absurdo a concepciones anacrónicas sobre la soberanía externa, reñidas con la moral y los valores democráticos universales.

Emilio Nouel V.



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