sábado, 25 de mayo de 2013

LOS NUEVOS TRATADOS COMERCIALES: EEUU, EUROPA Y LATINOAMÉRICA


                           

La firma de acuerdos comerciales en el mundo ha seguido su dinámica, a pesar de la paralización de la Ronda de Doha en la OMC desde su inicio hace 13 años. La globalización mantiene su curso ineluctable por encima de los obstáculos que las crisis puedan oponer.
En nuestro hemisferio, se han concretado un número importante de acuerdos en los últimos tiempos, destacando el llamado Acuerdo del Pacífico (México, Colombia, Perú y Chile; representan más de un tercio del PIB de América Latina y alrededor de la mitad del comercio exterior de la región), de novedosos contenidos, pragmático y volcado hacia un espacio geográfico que hoy se ha convertido en el área con mayores perspectivas de crecimiento y desarrollo económicos, en el que incluso ha pedido ser observador EEUU.  
En febrero próximo pasado, Barack Obama anunció que pronto se iniciarían negociaciones entre su país y la Unión Europea, con vistas a establecer un área de libre comercio.
La noticia, sin duda, de enorme trascendencia, generó en otros actores de la escena internacional no poca inquietud.  China y Brasil, países emergentes, deben estar monitoreando muy de cerca lo que vaya ocurriendo en estas tratativas que los afectarán de una u otra forma.
De concretarse tal proyecto, las consecuencias económicas serán de grandes proporciones para la economía globalizada. El impulso sinérgico y el poder negociador frente a terceros que adquirirían, daría a ambos actores, en tanto que bloque comercial, una primacía económica sin precedentes, mucho mayor de la que gozan hoy, a pesar de las dificultades que aún arrastran desde la crisis financiera que se desencadenó el 2008.
En la actualidad, entre los dos suman la mitad de la producción mundial y un tercio del comercio internacional. Su comercio bilateral asciende a alrededor de 600 mil millones dólares, siendo EEUU el principal mercado de exportación de la UE (aproximadamente 100 mil millones de dólares, equivalentes al 17% de las exportaciones europeas).
Este acuerdo, para algunos funcionarios europeos, generaría cientos de miles de empleos nuevos y aumentaría el PIB de la Unión, en el caso, obviamente, de que se eliminen las trabas a sus productos en el mercado norteamericano. Para EEUU, significaría la reducción de restricciones a la importación de sus mercaderías, particularmente, los alimentos, sector que no deja de ser polémico entre ambos actores por el tema de los transgénicos, sobre el cual, por cierto, Europa está cambiando el enfoque.
Como es usual en toda democracia, la iniciativa deberá pasar aun por un debate previo en los parlamentos norteamericano y europeo que promete ser intenso. Sobre todo, porque hay sectores económicos muy sensibles que aspiran a ser protegidos de la competencia dura que traerá consigo el acuerdo.
La pasada semana, el Parlamento Europeo adoptó una resolución en tal sentido, relativa a la industria cultural, que, como la francesa, es subsidiada (el cine) y exige ciertos contenidos mínimos nacionales en la programación televisiva y radiofónica. En  el fondo, está la idea de “la preservación de la diversidad cultural” mediante el establecimiento de cuotas para los bienes culturales.
Este punto ya ha generado una discusión en el ámbito europeo, y las opiniones están divididas. El concepto de la “exception culturelle” a la francesa deberá enfrentar a quienes consideran la cultura como un espacio abierto, que en lugar de suprimir las especificidades nacionales, las enriquece.
Desde ciertos países ya se ha manifestado la preocupación por la Resolución mencionada y su potencialidad para entorpecer la negociación. Aunque tal decisión no es vinculante, no deja de tener un peso en la discusión.
Con seguridad, en EEUU surgirá también alguna polémica sobre ciertos temas álgidos cuyas conclusiones obligarán al gobierno a colocar varias propuestas sobre la mesa de negociaciones. Los lobbys estarán muy activos al respecto. No hay que olvidar tampoco que EEUU está también impulsando el Acuerdo de Asociación Transpacífica (TransPacific Partnership, TPP).   
Para los países del hemisferio americano que han suscrito TLCs con EEUU, la eventual negociación los afectará menos que a los que no lo han hecho. Para Mercosur y la CAN, que se mantienen arrastrando serias dificultades, la noticia de este acuerdo tiene que poner en funcionamiento las alarmas, toda vez que ambos bloques no han podido concretar con Europa un acuerdo de libre comercio que establezca ciertas prerrogativas para ellos.
De darse el bloque trasatlántico en ciernes, sumado al dinamismo que tome el Acuerdo del Pacifico mencionado, son esperables, a mediano y largo plazos, serias consecuencias para los bloques mercosuriano y andino, ambos en trance de mengua, consumidos por sus recurrentes controversias internas y extraviados por la ideología. ¿Está la cancillería venezolana capacitada para comprender y actuar adecuadamente frente a estos nuevos desarrollos mundiales?
Permítanme dudarlo.


EMILIO NOUEL V.
@ENouelV

emilio.nouel@gmail.com 

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