domingo, 3 de febrero de 2013


¡CÓMO HA HECHO FALTA UN RÓMULO BETANCOURT!

                                   

En los días que corren, algunos latinoamericanos han lanzado varias preguntas que no dejan de ser lacerantes y lamentables para el orgullo regional: ¿hay razones para que nos tomen en serio? ¿Por qué nos empeñamos en seguir ganando puntos en la competencia por ser el hazmerreír del mundo? ¿Qué recónditas y poderosas razones arrastran a los gobernantes de la región a tomar decisiones tan notoriamente inconsecuentes con los principios que en la retórica y los documentos dicen defender?
Ciertamente, no es ésta la primera vez que nuestro incongruente y extravagante proceder es motivo de vergüenza, burla y desprecio. Y a decir verdad, tampoco es que seamos los únicos en el planeta que llamamos la atención por este tipo de conducta lastimosa.
Sin embargo, era de esperar en estos tiempos que las cosas hubieran cambiado, al menos en las apariencias, y que de algo haya servido la experiencia. Pero visto lo visto, parece que no es así, y la mayor exposición que trae consigo el desarrollo y alcance de los medios de comunicación no produjo inhibición alguna en los protagonistas de este bochornoso suceso.
El lector ya imaginará a qué me estoy refiriendo en estas líneas, escritas desde la desazón y la impotencia, que no desde la sorpresa o el asombro. Porque no me sorprende que se den estos comportamientos en el ámbito de las relaciones internacionales, detrás de los cuales siempre hay causas de diversa índole, vaya usted a saber la de cada actor en particular involucrado en el tema.
En efecto, el asunto que me ocupa es la reunión de esa entelequia llamada CELAC, que tuvo lugar en Chile. Y digo entelequia, porque es un ente, más bien foro, que no tiene sede, ni órganos, ni funciones ni mecanismos concretos, pero que dice buscar la integración de América Latina y el Caribe, y ser el centro superior de la convergencia entre los países de esta región variopinta.
Por tanto, a mi juicio, es una suerte de “ectoplasma” de naturaleza política internacional en el que sus miembros, después de haber excluido de manera absurda a dos importantes países del hemisferio (EEUU y Canadá), pretende convertirse en eje político de la región y en polo de poder de cara al mundo. 
Aunque soy muy escéptico respecto de que este ente pueda tener algún futuro, habida cuenta de las desemejanzas y competencia de sus miembros en cuanto a poderes, proyectos nacionales, intereses y políticas, sin hablar de las dinámicas ya instaladas con actores y factores extra-hemisféricos, no podemos dejar de comentar la insólita decisión de elegir a un tirano como presidente de esa entelequia, lo que contrasta escandalosamente con los principios democráticos que inspirarían a ésta.
Porque aceptar a Cuba en ese espacio, a pesar de lo que sabemos que es como régimen político, quizás podríamos pasarlo por alto tragando grueso. De repente algún argumento estratégico o de cálculo político de peso tendría cabida en esa decisión. Pero de allí a nombrar al tirano que la gobierna, Presidente Pro témpore, en estos tiempos en que aun es incipiente ese proyecto, es además de afrentoso para la conciencia democrática del continente y el mundo, una torpeza inaudita.  
¿Cómo creen los presidentes que esta entelequia recién nacida va a concitar el apoyo de los ciudadanos de la región, si de arrancada muestran esta faz inconsistente?
¿Acaso creen que con el reconocimiento de una satrapía como la del gobierno cubano, que ha conculcado todos los derechos humanos, se está estimulando y realzando la democracia?
¿No pasó por la cabeza de los gobernantes de la región que ese nombramiento incongruente podría afectar la credibilidad de ellos como políticos y del proyecto mismo?
Flaco servicio, sin duda, le han hecho a la causa de la democracia y la libertad en la región. Porque de ninguna manera, el principio de pluralismo que pudiera aceptarse en un espacio político como la CELAC, puede llevar a disminuir o desdibujar el valor fundamental de la idea democrática. Y es lo que han hecho al colocar a un tirano en puesto relevante.
Carguen entonces sobre sus hombros tal descrédito los presidentes de CELAC. Cómo ha hecho falta en estas circunstancias un estadista de la estatura moral y de las firmes convicciones democráticas de un Rómulo Betancourt!

EMILIO NOUEL V.



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