miércoles, 21 de diciembre de 2011


ENCERRONA MERCOSURIANA CONTRA PARAGUAY

El obligado ritual y la retórica profusa integracionista se juntaron una vez más, y en esta oportunidad fue en Montevideo. Los discursos de confraternidad no siempre consecuente y de destino común permanentemente extraviado, como en cada ocasión que se reúnen los latinoamericanos, no podían faltar.


Los mitos, siguiendo la infaltable parafernalia integracionista, presidieron el acto. Por delante, las invocaciones litúrgicas a los espíritus de Artigas, Bolívar y San Martín, no vaya a ser que alguien los confunda con lacayos monroistas, enfermos de nordomanía, como diría Rodó.
El plato fuerte de la reunión, aparentemente, era cocinar, cual alquimistas de los derechos internacional y constitucional, la fórmula mágica para incluir de pleno derecho a Venezuela en el bloque comercial, sin necesidad de que los parlamentos de los países miembros den su consentimiento, lo que, obviamente, violentaría lo dispuesto en los tratados suscritos y, en passant, también las constituciones de los países miembros.
En Venezuela, eran muchas las expectativas que tenía el gobierno. Sus “analistas”, en éxtasis ante la posibilidad, que proclamaban cierta e inminente, del ingreso de Venezuela a Mercosur, emitieron opiniones a cual más disparatada sobre fantasiosos fines antiimperialistas de ese bloque comercial, y una supuesta significación que tendría para los pueblos oprimidos de la Tierra. La monserga demodé y el extravío de éstos son patéticos.
Para esta reunión, la operación concreta propuesta por el señor José “Pepe” Mujica a sus pares consistía en esquivar -diría yo, más bien, prescindir o desdeñar- la opinión del congreso paraguayo, actor nacional que ha devenido obstáculo incómodo a la hora de complacer los deseos del gobierno militarista de Venezuela, el cual, debemos recordarlo siempre, ha embarcado a nuestro país en un proceso obviando la opinión nacional de los sectores políticos, económicos y de especialistas en la materia.   
Esta maquinación tortuosa, esta tramposa jugarreta, sin embargo, no pudo concretarse, por ahora. El desaguisado político, jurídico y diplomático que se pretendía perpetrar atropellando a Paraguay hubiera sido muy grave, incluso para la misma existencia de Mercosur.
Imagino a los especialistas de Itamaraty halándose de los cabellos ante tal despropósito. Sólo se alcanzó a acordar la creación de una Comisión que estudiará el asunto, la cual, a mi juicio, no podrá de ninguna manera soslayar la modificación de los Tratados, y esto comportaría ineluctablemente recorrer el camino de la ratificación de los parlamentos de los países miembros. Otra cosa sería un exabrupto. Un país que desee formar parte del esquema integracionista y gozar de derechos en él requiere ser aceptado por los titulares, y cuando hablamos de éstos no sólo se incluye los gobiernos sino también sus parlamentos.
En este punto, debe reconocerse la actitud del Presidente Lugo, que al menos salvó el tipo, colocándose al lado de la institucionalidad democrática de su país. Dicen que dijo que no aceptaría que se denigrara de las instituciones de su país. Sin embargo, en la plenaria vimos a un Chávez calificando a la mayoría del congreso de Paraguay de “pequeño grupo”, y proponiendo que fuera puesta en evidencia ante el mundo su presunta conducta impropia, lo cual es una manifestación – ¡Otra más¡-  de injerencia en los asuntos internos de ése país por parte del militar putchista venezolano.
Por lo demás, amén de la encerrona contra Paraguay, el evento nos proveyó de otras perlas.
La señora Roussef pidió subir los aranceles del bloque, visto lo visto, según ella, en la crisis financiera internacional. Retroceso al proteccionismo puro y duro, que, por cierto, siempre ha practicado Brasil. Verán los consumidores mercosurianos el encarecimiento de los productos que desde Mercosur se importen.
Por su parte, la señora Kirchner, además de arremeter retóricamente contra las transnacionales y pretender darnos una lección de economía con conceptos anacrónicos superados, en otra expresión de injerencia en los asuntos internos de Venezuela, manifestó su deseo de que Chávez sea reelecto en las elecciones del año entrante. Es muy probable que esa aspiración se quede frustrada.
Planteó, igualmente, ¡a estas alturas de la vida ¡, un regreso a la política de sustitución de  importaciones, aunque, por otro lado, y mirando a su querido Hugo, se mostró contraria a los dogmas y las ideologías en estos temas económicos.
Llama mucho la atención la actitud del gobierno de Uruguay, socio que los grandes del bloque siempre han considerado un familiar pobre al lado de Paraguay, y que no pocas veces ha estado marginado en las grandes decisiones que toman brasileños y argentinos exclusivamente. Se esperaba de ese país una solidaridad con los paraguayos, pero no vaciló en montarse en el ardid fallido para complacer al gamonal venezolano.
Mientras tanto, el gobierno de Venezuela con la bolsa llena sigue dando tumbos ligando su destino a tiranos y genocidas del mundo repudiados por todos los demócratas y amantes de la libertad.  
Y por otro lado, los venezolanos presenciando un descomunal despilfarro gubernamental, la destrucción criminal de su aparato productivo, una delincuencia sin control, una degeneración del Estado de derecho y una corrupción repugnante nunca vista.
¿Es éste el régimen político que el Mercosur quiere en su seno?

EMILIO NOUEL V.

No hay comentarios: