viernes, 15 de julio de 2011

NOTAS HISTÓRICAS SOBRE LA INTEGRACIÓN EN EL HEMISFERIO AMERICANO VII

LA COMUNIDAD SURAMERICANA DE NACIONES (CSN) Y UNASUR.


El 8 de diciembre de 2004 los países suramericanos suscribieron en el Cuzco el tratado de la Comunidad Suramericana. El origen de esta propuesta parte de los acuerdos tomados en el año 2000 en el marco de la reunión del Grupo de Río. Pretende esta iniciativa, fundamentalmente política, “desarrollar un espacio suramericano integrado en lo político, social, económico, ambiental y de infraestructura que fortalezca la identidad propia de América del Sur.” Para alcanzar este fin se propiciará la concertación y coordinación política y diplomática, la convergencia de los procesos de MERCOSUR, CAN y CHILE, y la integración física y energética. [1]

Si apartamos la retórica ambiciosa del texto, no encontramos allí objetivos concretos ni siquiera un cronograma de pasos a seguir en función del fin perseguido. Lo que sí se observa es una marcada ideologización del nuevo bloque comercial.

La constitución de esta organización que en teoría podría ser bienvenida, viene a agregar un escollo adicional que hace más complicado el camino hacia la integración hemisférica. Es, igualmente, una expresión más del refundacionismo característico de los latinoamericanos, que ha demostrado ser ineficaz y frustrante.

Con la creación de la COMUNIDAD SURAMERICANA, las quimeras y el voluntarismo se imponen una vez más a las realidades (Financial Times la llama “sueño distante”). Pero estas las ideas, vistas a la luz de la dinámica y los hechos actuales, no podemos menos que cuestionarlas por inconvenientes y por el potencial de frustración futura que traen consigo. [2]

UNASUR

La denominación UNION DE NACIONES SURAMERICANAS (UNASUR) aparece el 16 de Abril de 2007 como sustituta de la Comunidad Suramericana de Naciones. Ésta apenas duró 3 años sin resultados concretos, como algunos lo avizoramos. El Tratado Constitutivo de la UNASUR fue suscrito por todos los paíse suramericano en Brasilia, el 23 de mayo de 2008. Se requería que 9 de los 12 países miembros ratificaran el Tratado para su entrada en vigor y esto se cumplió en 2011.

UNASUR tiene como objetivo, según se desprende del artículo 2 de su tratado, “construir, de manera participativa y consensuada, un espacio de integración y unión en lo cultural, social, económico y político entre sus pueblos, otorgando prioridad al diálogo político, las políticas sociales, la educación, la energía, la infraestructura, el financiamiento y el medio ambiente, entre otros, con miras a eliminar la desigualdad socioeconómica, lograr la inclusión social y la participación ciudadana, fortalecer la democracia y reducir las asimetrías en el marco del fortalecimiento de la soberanía e independencia de los Estados.”

Tiene como objetivos específicos, entre otros: el fortalecimiento del diálogo político entre los Estados Miembros que asegure un espacio de concertación para reforzar la integración suramericana y la participación de UNASUR en el escenario internacional; el desarrollo social y humano con equidad e inclusión para erradicar la pobreza y superar las desigualdades en la región; la erradicación del analfabetismo, el acceso universal a una educación de calidad; la integración energética; el desarrollo de una infraestructura para la interconexión de la región; la integración financiera; el desarrollo de mecanismos concretos y efectivos para la superación de las asimetrías; la consolidación de una identidad suramericana; el acceso universal a la seguridad social y a los servicios de salud; la cooperación económica y comercial; la integración industrial y productiva; la definición e implementación de políticas y proyectos comunes o complementarios de investigación, innovación, transferencia y producción tecnológica; la participación ciudadana; la coordinación entre los organismos especializados de los Estados Miembros, para fortalecer la lucha contra el contra el terrorismo, la corrupción, el problema mundial de las drogas, la trata de personas; la promoción de la cooperación entre las autoridades judiciales; el intercambio de información y de experiencias en materia de defensa; y la cooperación sectorial como un mecanismo de profundización de la integración suramericana, mediante el intercambio de información, experiencias y capacitación.

La institucionalidad de UNASUR está conformada así: El Consejo de Jefas y Jefes de Estado y de Gobierno; El Consejo de Ministras y Ministros de Relaciones Exteriores; El Consejo de Delegadas y Delegados y La Secretaría General.

El Consejo de Jefas y Jefes de Estado y de Gobierno es el órgano máximo de UNASUR y establece “los lineamientos políticos, planes de acción, programas y proyectos del proceso de integración suramericana” y decide “las prioridades para su implementación”.

El Consejo de Ministras y Ministros de Relaciones Exteriores tiene, entre otras, las siguientes atribuciones: adoptar Resoluciones para implementar las Decisiones del Consejo de Jefas y Jefes de Estado y de Gobierno; coordinar posiciones en temas centrales de la integración suramericana; desarrollar y promover el diálogo político y la concertación sobre temas de interés regional e internacional; y realizar el seguimiento y evaluación del proceso de integración en su conjunto.

El Consejo de Delegadas y Delegados tiene, entre otras, las siguientes atribuciones: implementar mediante la adopción de las Disposiciones pertinentes, las Decisiones del Consejo de Jefas y Jefes de Estado y de Gobierno, y las Resoluciones del Consejo de Ministras y Ministros de Relaciones Exteriores; elaborar proyectos de Decisiones, Resoluciones y Reglamentos para la consideración del Consejo de Ministras y Ministros de Relaciones Exteriores; y compatibilizar y coordinar las iniciativas de UNASUR con otros procesos de integración regional y subregional vigentes.

La Secretaría General es el órgano que ejecuta los mandatos que le confieren los órganos de UNASUR y ejerce su representación por delegación expresa de los mismos. Tiene su sede en Quito, Ecuador. Le corresponde apoyar al Consejo de Jefas y Jefes de Estado y de Gobierno, al Consejo de Ministras y Ministros de Relaciones Exteriores, al Consejo de Delegadas y Delegados y a la Presidencia Pro Tempore, en el cumplimiento de sus funciones.

Las fuentes jurídicas de UNASUR son las siguientes: El Tratado Constitutivo de UNASUR y los demás instrumentos adicionales; Las Decisiones del Consejo de Jefas y Jefes de Estado y de Gobierno; Las Resoluciones del Consejo de Ministras y Ministros de Relaciones Exteriores y Las Disposiciones del Consejo de Delegadas y Delegados. Toda la normativa de UNASUR se adoptará por consenso.

Sobre el tema del diálogo político, el artículo 14 establece que la concertación política entre los Estados Miembros de UNASUR será un factor de armonía y respeto mutuo que afiance la estabilidad regional y sustente la preservación de los valores democráticos y la promoción de los derechos humanos.

Sobre la posibilidad de ser Estados asociados se dispone que los demás Estados de América Latina y el Caribe que soliciten su participación como Estados Asociados de UNASUR, podrán ser admitidos con la aprobación del Consejo de Jefas y Jefes de Estado y de Gobierno.

En cuanto a la solución de diferencias respecto de la interpretación y aplicación de las normas del Tratado, se privilegia la negociación directa entre los estados Miembros. En su defecto, el Consejo de Delegadas y Delegados o el Consejo de Ministras y Ministros de Relaciones Exteriores, harán sus recomendaciones sobre el caso.

El Tratado tendrá una duración indefinida. Podrá ser denunciado por cualquiera de los Estados Miembros mediante notificación escrita al Depositario, que comunicará dicha denuncia a los demás Estados Miembros. La denuncia se hará efectiva una vez transcurrido el plazo de seis (6) meses desde la fecha de la notificación.

EL ACUERDO DEL PACÍFICO

Los presidentes de CHILE, COLOMBIA, MÉXICO y PERÚ (Alan García, Sebastián Piñera, Juan Manuel Santos y Felipe Calderón) han suscrito el Acuerdo del Pacífico en Lima en abril de 2011, el cual contempla la mejora de las condiciones de tránsito de bienes, servicios, personas y capitales a través de estos 4 países.

Según el presidente GARCÍA, la “nuestro acuerdo, permitirá alcanzar una escala productiva mucho mayor y dará competitividad a nuestras economías y productos; posibilitará establecer cadenas entre nuestros países y entregar productos finales muy competitivos al resto del mundo".

En el mismo sentido, el presidente mexicano CALDERÓN, enfatizó las implicaciones que este pacto tendrá en el desarrollo de estos países en el ámbito de la democracia, los Derechos Humanos y la justicia.

Este acuerdo pretende servir de instrumento para la conquista de otros mercados internacionales desde una perspectiva regional, pues persigue formar alianzas con otras organizaciones como MERCOSUR y a sustituir la CAN.

Contempla, en una primera fase, la liberalización del tráfico de bienes, servicios y personas; y en una segunda fase, más ambiciosa, pretende la creación del primer mercado bursátil latinoamericano, con la integración de las bolsas de valores de los 4 países. En la misma fecha, la Bolsa de Valores de Lima aprobó su fusión con las de Bogotá y Santiago.

Las 4 economías poseen más de 200 millones de habitantes y generan un PIB de 1,4 billones de dólares, equivalente al 34,4% del total de la región.

Las balanzas comerciales de estos países representan el 55% del comercio exterior de la región, con 438.000 millones de dólares en exportaciones y 418.000 millones de dólares en importaciones.

Este proyecto resulta de mucho interés en el análisis prospectivo del cuadro de la integración hemisférica. Su influjo será crucial en el desarrollo futuro de la interdependencia comercial del continente.

EL BLOQUE DEL NORTE: TLCAN

Hemos señalado más arriba que la integración comercial de Norteamérica comienza a partir de la creación de EEUU, y con la federación de las trece colonias inglesas que se independizaron, proceso inverso al que siguió Latinoamérica.

El recorrido del Norte es muy diferente al experimentado en AL. Las condiciones y circunstancias que han rodeado la creación y desarrollo de los países en esa región son otras. La presencia geográfica de EEUU es determinante. Éste país es, prácticamente, varios países en uno, y abarca casi la entera geografía de Norteamérica, compartida por el Sur con MÉXICO, y por el Norte, con CANADÁ. Las relaciones históricas entre estos 3 países han sido muy estrechas a pesar de los conflictos bélicos y los desencuentros que el primero ha tenido con el segundo. En cualquier caso, se puede decir que la integración económica del Norte, en términos históricos, ha sido llevada adelante por EEUU, en un primer momento, por la vía de la expansión o dominación, y en tiempos recientes, por la de la negociación cooperativa. Esta trayectoria que ha seguido el Norte, a nuestro juicio, le confiere ventajas innegables frente a la “balcanización” de AL. [3]

EEUU Y CANADÁ (1988).

En 1988, EEU y CANADÁ firmaron un acuerdo bilateral de libre comercio que buscaba asegurar, sobre todo para el segundo, un acceso al mercado estadounidense que contribuyera con el desarrollo de su industria manufacturera, lo que estimularía su competitividad y productividad y le permitiría recibir flujos de inversión e incrementar el empleo. Con esta firma, la industria canadiense podría sortear en mejores condiciones las medidas proteccionistas impuestas a sus productos para ingresar al mercado estadounidense. Es de destacar, que para el momento de iniciar las negociaciones, el 78 % del valor total de las exportaciones canadienses se dirigía a EEUU.

Ciertamente, a la firma de este acuerdo, la economía canadiense ya estaba muy integrada a la de EEUU, aun cuando había mantenido en las décadas anteriores políticas comerciales que habían sido criticadas también por su proteccionismo.

TLCAN o NAFTA (1994)

El Tratado de Libre Comercio de América del Norte, conocido por sus siglas TLCAN o NAFTA, fue suscrito en 1994 por EEUU, MÉXICO y CANADÁ. Con este instrumento internacional los tres países del norte del hemisferio pretenden establecer una Zona de Libre Comercio entre ellos. El proceso que culminó con la suscripción de este tratado no estuvo exento de dificultades, intensos debates y contratiempos a lo interno de cada uno de los 3 países. En todos hubo oposición a la concreción de este acuerdo, pero se impuso la corriente que lo favorecía. Para muchos analistas, este acuerdo se había tornado, además de indispensable, inevitable.

Los objetivos del Tratado son: la eliminación de los obstáculos al comercio y la facilitación de la circulación fronteriza de bienes y servicios entre las partes; la promoción de condiciones de competencia leal; el aumento de las inversiones; la protección y garantía de los derechos de propiedad intelectual; la creación de procedimientos eficaces para la aplicación y cumplimiento del Tratado, para su administración conjunta y la solución de controversias; y el establecimiento de lineamientos para la ulterior cooperación trilateral, regional y multilateral encaminada a ampliar y mejorar los beneficios del Tratado. En la misma disposición queda expresada que las partes interpretarán y aplicarán las reglas del Tratado a la luz de los objetivos señalados y de conformidad con las normas aplicables de Derecho Internacional.

El Tratado contempla disposiciones relativas a: procedimientos aduanales; energía y petroquímica; sector agropecuario y medidas sanitarias y fitosanitarias; medias de emergencia; compras del sector público; inversión, servicios; telecomunicaciones; servicios financieros; política de competencia, monopolios y empresas del Estado; propiedad intelectual; medidas antidumping y derechos compensatorios; instituciones del tratado; y unos acuerdos de cooperación ambiental y laboral.

Respecto de la dimension institucional del Tratado, en el Capítulo XX, Sección A, queda creada una Comisión de Libre Comercio integrada por representantes de las Partes con rango de Secretarios de Estado (Ministros). Corresponde a esta instancia supervisar la puesta en práctica del Tratado, vigilar su desarrollo, resolver las controversias que se susciten y supervisar la actividad de los Comités y grupos de trabajo. Esta Comisión establecerá también reglas y procedimientos y sus decisiones serán tomadas por consenso, a menos que ella misma disponga otra cosa. Se reunirá, al menos, una vez al año en sesión ordinaria.

Por otro lado, se crea el Secretariado conformado por secciones nacionales, el cual proporcionará asistencia a la Comisión y brindará apoyo administrativo a los paneles y comités.

En cuanto a la solución de controversias, el artículo 2003 dispone que las partes procurarán en todo momento llegar a acuerdos sobre interpretación y aplicación del Tratado, y mediante la cooperación y las consultas, se esforzarán siempre por alcanzar una solución mutuamente satisfactoria de cualquier asunto.

El artículo 2004, relativo a los recursos a procedimientos de solución de controversias, establece mecanismos de consultas, buenos oficios, conciliación o mediación (art. 2007). Igualmente, contiene normas sobre los paneles arbitrales (art. 2008) y sus procedimientos; los casos de incumplimiento de las decisiones arbitrales (art. 2019); la suspensión de beneficios del Tratado y los derechos de los particulares (art. 2021).

Los resultados de la aplicación de este tratado durante sus primeros 10 años son ampliamente conocidos. La mayoría de los analistas coinciden, al examinar las cifras, en que ha sido un rotundo éxito. Para el año 2003 el comercio trilateral se había más que duplicado, pasando de 300.000 millones de US-dólares en 1993, a 626.000. NAFTA representó hasta entonces 1/5 de las exportaciones del mundo y 1/4 de las importaciones. Ninguna de las reservas y advertencias que hicieron los que se opusieron a su suscripción se cumplieron.

Así, hasta 1993, el comercio (exportaciones-importaciones), para MÉXICO, sumaba 88.000 millones de US-dólares, y en 2002 alcanzó la cifra de 350.000. El comercio exterior representaba para este país el 22% de su PIB; en el 2003 llega al 53%. Representaba el 11,5 % de las importaciones estadounidenses. Antes de la firma del TLCAN, MÉXICO tenía un déficit comercial con EEUU, hoy tiene un saldo a su favor. MÉXICO Exporta equipos de alta tecnología, 25 millones de televisores y más de un millón de automóviles. Las exportaciones totales de MÉXICO en 1994 estaban alrededor de los 50.000 millones de dólares.

Según la embajada norteamericana en MÉXICO, para el periodo 1993-2006, el comercio agrícola entre Estados Unidos y México creció 260%, de 6.7 mil millones a 24.3 millones-USD. Las exportaciones mexicanas han aumentado 300%, pasaron de 2.8 mil millones USD a 11.2 mil millones-USD. México tenía un déficit de 3 mil millones de dólares con Estados Unidos al momento de iniciar negociaciones del TLCAN. Al año 2008, se registra un superávit favorable a México de 64 mil millones de dólares. (Ver “Favorable balance del TLCAN: consultoría”, M. Lombera M. El Universal, México, 2-1-2008).

En materia de inversiones, las de EEUU en MÉXICO pasaron de 1.300 millones en 1992 a 15.000 millones en 2001. Es el socio más importante de CANADA en AL.

Cifras más recientes (2008) del Banco Mundial registran que el comercio entre los 3 países aumentó 227% entre 1993 y 2008. La suma anual de los intercambios de bienes y servicios asciende a 15,3 trillones de dólares. La participación de MÉXICO aumentó dramáticamente respecto de la época previa al TLCAN. Las importaciones de MÉXICO desde CANADÁ subieron un 704%; sus exportaciones a ése país 482%; las importaciones de MÉXICO desde EEUU 206 % y las exportaciones hacia este último país 440º%.

Desde que entró en vigor el TLCAN hasta el año 2008, los 3 países han experimentado crecimiento en su PIB. EEUU y CANADÁ: 53% y MÉXICO, 51%. (Cifras tomadas de World Savvy Monitor, Issue 10, Economy and Trade (NAFTA), August 2009: http://worldsavvy.org ).

Por otro lado, debe decirse que en cuanto a la disparidad del ingreso, a lo interno de MÉXICO la brecha se amplió, pero sólo porque las regiones que no comercian con EEUU crecieron mucho más lentamente que las que sí lo hacen. La mayoría de los analistas coinciden en que la causa de esta situación no ha sido la aplicación del tratado, sino la falta de él en esos sectores no integrados. No obstante, gracias al TLCAN, MÉXICO pudo convertirse en el primer exportador de AL.[4] Este tratado ha permitido, igualmente, a MÉXICO acelerar las transformaciones políticas y económicas y a elevar los estándares de regulación ambiental. Sin embargo, se ha señalado que el gobierno mexicano no ha sido capaz de tomar medidas de política interna que coadyuven a los sectores más débiles a enfrentar las exigencias del TLCAN.

Para EEUU, en los primeros 10 años del TLC se crearon 18 millones de nuevos empleos. El comercio con MÉXICO se triplicó. Para la industria automotriz ha sido altamente positivo. La manufactura total ha aumentado en 41% en los últimos diez años, comparado con el 34% de los diez años precedentes, a pesar de la recesión de este sector a partir de 2000, la que no puede ser razonablemente atribuido al NAFTA, sino a la crisis financiera del Este Asiático, los escándalos corporativos, la incertidumbre derivada del terrorismo y del estallido de la burbuja de las telecom y dot.com. [5]

Para CANADÁ, el tratado ha significado que sus inversiones han aumentado, principalmente en MÉXICO y en EEUU; en el premier país se han cuadruplicado. La industria automotriz (automóviles y partes) ha crecido sostenidamente y en volúmenes. Han aumentado sus exportaciones de petróleo a EEUU. Éste aumentó sus inversiones en CANADÁ, pasando de 2 billones en 1994 a 16 billones de US-dólares en 2000.[6]

Sin embargo, y a pesar de la contundencia de las cifras mencionadas, el NAFTA sigue teniendo detractores, que por lo general, resaltan sólo los aspectos negativos de las economías involucradas, atribuyéndolas a la aplicación del tratado. Pero lo cierto es que una observación detallada y más profunda de sus efectos conduce a concluir que aquellos aspectos desventajosos tienen más que ver con causas internas que con la aplicación de las normas del tratado. Esto, por supuesto, no quiere decir que no existan temas que deban ser abordados, y que constituyen retos o problemas aún no resueltos.

Uno de esos asuntos toca directamente a MÉXICO. Nos referimos al gap que se ha abierto y ahondado entre las zonas del Norte vinculadas al comercio con EEUU y las otras regiones más deprimidas del país. Esta situación plantea un desafío a todos los miembros del tratado, toda vez que de no ser resuelto este problema, la inestabilidad que de allí se deriva, afectará a los tres países. Ha sido recomendado que el NAFTA acometa la creación de un fondo de financiamiento para atacar los efectos de estos desniveles, y que el gobierno mexicano diseñe una estrategia de desarrollo que vaya al encuentro de este problema crucial.

Al cumplirse los 15 años del TLCAN, se ha señalado que la economía mexicana no ha crecido al ritmo que se esperaba; los bajos salarios han persistido, la pobreza no ha sido erradicada aún; y la migración hacia EEUU, que se reduciría, no ha parado; los avances tecnológicos, si bien se han producido, son lentos; no se ha incrementado lo suficiente el valor agregado de los productos manufacturados y las exportaciones de bienes agrícolas no ha crecido como se había anticipado.

No obstante, debe recordarse aquí lo señalado por un renombrado intelectual mexicano, Enrique KRAUSE, sobre la pobreza de MÉXICO: “En la vasta medida en que existe, no se debe a la cercanía con EEUU. Lo contrario parece más cierto: la pobreza en MÉXICO se mitiga gracias a –y no a pesar de- la cercanía con EEUU.” (“La brecha entre América Latina y EEUU”, FCE, 2006, pag. 97)

Otro asunto, entre otros, que han mencionado algunos analistas es el relativo a la necesidad de una nueva visión de la soberanía en el marco del NAFTA. Y el tema que aquí aparece es el de la supranacionalidad para avanzar en la profundización de la integración de Norteamérica con políticas comunes, como ocurre en la UNIÓN EUROPEA. En tal sentido, ROBERT PASTOR ha escrito que las evidencias sugieren que los norteamericanos están ya listos para una nueva relación en el NAFTA que convierta la vieja concepción de soberanía en obsoleta. A nuestro juicio, quizás haga falta aún recorrer un largo camino en este sentido, antes de que los gobiernos y las fuerzas vivas de los tres países se convenzan de las ventajas de la supranacionalidad.

El éxito de esta experiencia es muy importante para el resto del continente, toda vez que representa un modelo en el que están envueltos en un mismo bloque comercial países desarrollados y un país latinoamericano emergente. Este modelo de integración, obviamente, ha tenido un impacto importante y sus repercusiones hemisféricas están reflejándose en las opciones que están tomando los demás países.



[1] Texto del Tratado

[2] Alan WAGNER, Secretario General de la CAN no ha dudado en reconocer que la CS « es un gran programa político». Nota de Prensa de la CAN, Lima, 10 de Marzo, 2005.

[3] El término alude, en general, a la fragmentación de un continente o región en unidades político-territoriales menores separadas y hasta enfrentadas, tal y como ocurrió en los Balcanes.

[4] Ver artículos de: PASTOR, Robert (``La segunda década de América del Norte´´), C. Salinas de Gortari (``Diez años de TLCAN y el fracaso de Cancún´´), y CLINTON, Bill (``La agridulce interdependencia´´) en Foreign Affairs (en español), Vol. 4, Num. 1, 2004; Embajador Gaetan Lavertu, ``TLCAN: 10 años de éxito´´, Discurso en México, texto en website de Ministerio de Asuntos Exteriores de Canadá, 6-10-2004.

[5] Ver artículo de Daniel T. GRISWOLD : ``After 10 years, NAFTA continues to pay dividends´´, CATO Institute, Washington, 2004.

[6] PASTOR, R. ya citado.

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