martes, 24 de noviembre de 2009

SE BUSCA A SANTOS “POMPEYO” YORME

Emilio Nouel V.

Como todos los domingos, aprovechamos el pasado para leer el mayor número de periódicos, y en medio de las noticias escandalosas producidas por el último ajuste de cuentas -esta vez financiero- protagonizado por los gangs gubernamentales y sus socios, nos topamos con una que resulta verdaderamente sorprendente. Dice así: “A un supuesto comando especializado en operaciones de inteligencia y asaltos que reporta directamente al jefe de Estado y que está conformado tanto por funcionarios cubanos como por iraníes, le fue encomendada la misión de tener a raya, entre otros, a …Pompeyo Márquez”. (Columna de Luís Felipe Colina, La Razón, 21 de noviembre 2009)

“Tenerlo a raya”, ¡válgame Dios¡

Muchos se preguntarán cómo un hombre de tan avanzada edad e indefenso pueda producir tales temores e insomnios al gobierno, que hacen necesario su monitoreo permanente. La desproporción pareciera saltar a la vista, aunque bien mirado, hay razones de mucho peso para que los organismos de seguridad no se equivoquen.

Imagino que al leerla, al viejo Pompeyo le habrán asaltado recuerdos de otras épocas políticas igual de repugnantes que la actual, como fue la de la dictadura militar de Pérez Jiménez, en la que fue perseguido sin que, por cierto, lo hayan podido atrapar.

Pasados más de 50 años de aquella dictadura, admiradores de ella, los milicos actuales, deciden, si damos crédito al periodista mencionado, incluir de nuevo hoy en una lista de supuestos subversivos de alta peligrosidad, ¡quién iba a creerlo¡, a Pompeyo, a sus 87 y ya disminuido en muchas de sus facultades físicas.

Pero así como creo que le hayan venido aquellos recuerdos de lucha antidictatorial, asimismo, estoy convencido de que con esa noticia el “viejo” habrá sentido como si le hubieran aplicado una inyección concentrada de un multivitamínico mezclado con adrenalina y quien sabe qué otro repotenciador. Se habrá dicho, satisfecho y gozoso, para sus adentros, “A pesar de las pocas fuerzas físicas que me quedan y de que no tengo ni quiero empuñar arma alguna, aún asusto a los autócratas”.

Y le concedemos toda la razón al “viejo” Pompeyo. Porque las comillas en la anterior frase no son casuales. Amen de que lo llamamos así con gran afecto, hay motivos suficientes para que el mandón tema lo que él representa. Más jóvenes y vigorosos no podrían ser su entusiasmo, su capacidad de trabajo, su espíritu de lucha y su voluntad por recuperar la democracia y la libertad para su país.

Es admirable su recorrido cotidiano. A lo largo de su intensa agenda semanal, del Grupo Diálogo salta a la Mesa de Reflexión Democrática; de allí a la Fundación Gual y España, al otro día a una reunión con dirigentes de partidos, al siguiente a una manifestación pública, después a un Foro o bautizo de un libro, después a una reunión en el grupo Espacio Abierto o con el Grupo La Colina, todo sin dejar de leer gran parte de la prensa y libros de actualidad, así como escribir artículos para dos o tres diarios. Muy pocos podrían aguantar tal ritmo de actividad a esa edad.

Ciertamente, el gobierno militar autoritario que padecemos y sus sabuesos, no se equivocan al vigilar a este hombre tenaz e incansable. Tiene la fuerza de cien muchachos de 20. Su recio ejemplo, valentía, pensamiento y su corazón son invalorables, sobre todo en la hora actual. Tienen razón en temerle.

Pero que no se equivoquen los esbirros del gobierno. Ese árbol fuerte y frondoso que es Pompeyo Márquez, ya dio sus frutos y sigue dándolos. Por allí andan miles y miles de pompeyos jóvenes luchando por sus derechos democráticos y un país mejor.

Si estamos seguros de que la libertad no podrán arrebatárnosla los tiranos, será porque existen hombres que con su ejemplo de vida nos alientan e inspiran. Pompeyo es, sin duda, uno de ellos. Y el día que recuperemos la democracia plena, él estará allí en primera fila, celebrando con todos los que amamos la libertad y repudiamos los despotismos de cualquier signo.

EMILIO NOUEL V.

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