sábado, 25 de julio de 2009

CORREA: ¿NUEVO SOCIO DE LAS FARC?

Si hay algo que celebrar de las FARC es lo ordenadas que son a la hora de registrar sus pasos. Quizás sea muy difícil obtener otro ejemplo en el mundo de una organización narcoterrorista que con tanto celo deje constancia documentada de sus decisiones políticas, de los vínculos políticos y financieros que mantiene, de la correspondencia epistolar entre sus mandos y de los movimientos de capitales que realiza.

En los días que corren hemos visto confirmar, sin lugar a dudas, los lazos que unen a esta organización con el irascible e inmaduro presidente de Ecuador.

El lamentablemente célebre Mono Jojoy, alto jefe de las FARC, ha aparecido en un video declarando ante sus subalternos los contactos que han sostenido con Correa y su gobierno, y señala los jugosos aportes en dólares que hicieron a la campaña electoral de aquel.

Ante esta evidencia, el señor Correa ha reaccionado diciendo, primero, que el tal video era un montaje, pero después, ante la claridad y veracidad del mismo, no le quedó otra que admitir la posibilidad de que miembros de su campaña se hayan acordado a sus espaldas con la mencionada organización terrorista.

Obviamente, esto pudiera ser verdad, y no es la primera que ocurre. ¡Cuántas historias no se conocen en política y otros campos en las que ciertos personajes que integran el entorno de hombres públicos o empresarios se arrogan representaciones para obtener beneficios personales o grupales que los presuntos representados desconocen¡

Sin embargo, si hacemos un análisis más amplio del asunto y lo concatenamos con otros hechos ocurridos anteriormente, la hipótesis de que estamos frente a iniciativas que ignoraba el señor Correa francamente se derrumba estrepitosamente.

De todos es conocido el episodio del bombardeo que el gobierno colombiano realizó de un campamento de las FARC en territorio ecuatoriano y en donde plácida y tranquilamente dormían los narcoterroristas. El hecho tuvo lugar el 1º de marzo de 2008 y allí murió el segundo jefe de ese movimiento, conocido en los bajos fondos como “Raúl Reyes”. En esa oportunidad fueron encontradas varias computadoras con mucha información, cuya veracidad, puesta en duda inmediatamente por los gobiernos de Venezuela y Ecuador, fue certificada luego por la INTERPOL.

Aunque inicialmente el presidente de Ecuador no objetó la acción, pocas horas después la condenó como una violación del territorio, desencadenándose así un encontronazo entre ambos gobiernos, al que absurdamente se sumó el de Venezuela, manifestándose solidario con Correa y enviando tropas a la frontera colombiana.

Días después, en República Dominicana, en la reunión del Grupo de Río, el enfrentamiento fue zanjado, gracias a un prudente manejo del presidente Fernández y otros actores, y al interés de Correa y de Chávez de que no se alborotara más el avispero, aunque se sabía que la información de la computadora seguiría pendiendo como una espada de Damocles que podría ser utilizada eventualmente en el futuro.

Y el futuro llegó. Los desencuentros y roces entre los países latinoamericanos no han cesado, y los lazos pegados con saliva de loro en las reuniones internacionales, se han roto inexorablemente al calor de las realidades.

Y una de esas realidades es que existe un proyecto político-ideológico en marcha cuyo sino es la conflictividad permanente; el sobresalto que significa pretender retroceder en el tiempo, hacia estadios superados de la política y de la economía, con modelos autoritarios contrarios a la vigencia de la democracia representativa, el Estado de Derecho, la división y autonomía de los poderes y la garantía plena de los derechos humanos.

Este proyecto es el causante de lo que hoy sucede en Honduras y de lo seguirá sucediendo en otros países, en especial, Colombia y Ecuador, países-objetivo en el plan desestabilizador hemisférico.

No obstante, hay razones para agradecer a las FARC su cuidado en guardar la información. Llegado el momento, como decíamos más arriba, los computadores de Reyes aparecen de nuevo para esclarecer las relaciones entre Correa, Chávez y los narcoterroristas.

Y cuando menos lo esperábamos, sale a la palestra un periodista colombiano, Juan Manuel Ruiz, Sub-Director Nacional de Noticias de RCN de Colombia, quien ha dedicado varios días a la revisión de 300 páginas correspondientes a los correos electrónicos desde julio de 2005 a febrero de 2008 (http://media.rcn.com.co/plantillas/audio.php?ubicacion=Especial2-julio22.mp3), entre Raúl Reyes, una diputada constituyentista ecuatoriana, María Augusta Calle (alias Alicia) y el ya fallecido Tiro Fijo, contenida en el ordenador del primero. En este intercambio epistolar queda al descubierto que las relaciones entre el comando de campaña electoral de Correa y los señores de las FARC son de vieja data. Por cierto, en estos correos, se habla de una supuesta traición de Lucio Gutiérrez.

Allí se puede corroborar lo de los aportes económicos de las FARC (300.00 USA-dólares) que el Mono Jojoy confirma en el video mencionado, las reuniones efectuadas entre algunos de los que fueron después ministros del gobierno de Correa con el Secretariado de esa organización terrorista (Gustavo Larrea, Ministro de Seguridad, alias “Juan”) y los compromisos que se asumieron (cualquier captura de un miembro de las FARC en Ecuador no será entregado al gobierno colombiano sino a las FARC).

Es de destacar las consultas que hace el gobierno de Correa a las FARC sobre el nombramiento del nuevo Ministro de Defensa, René Vargas. Los narcoterroristas se oponen a esta designación, y en efecto el señor Vargas es nombrado en otro cargo. Se mencionan también una reunión bolivariana en Quito, la participación de Chávez, las felicitaciones de las FARC por el triunfo de Correa, así como la ponderación de las actitudes antiimperialistas de éste y su compromiso con el bloque Chavez-Lula-Kirchner-Castro.

A tal punto llegan estos contactos y compromisos que los expedientes levantados contra los guerrilleros colombianos detenidos en Ecuador, de acuerdo con los correos examinados, son enviados a las FARC.

Pero lo más grave de todo, es el correo del 18 de enero de 2008, en el que Reyes informa a Tiro Fijo sobre la visita que recibió del ministro Larrea en la cual éste lleva un saludo del presidente Correa y plantea varios puntos a las FARC, a saber: la necesidad de oficializar las relaciones, de coordinar actividades sociales en la frontera; la disposición de cambiar autoridades hostiles a las FARC; y la ratificación de no cooperar con el gobierno de Colombia en la lucha contra los guerrilleros. Igualmente, preguntan si las FARC están interesadas en que se les reconozca beligerancia; les informan que van a demandar a Colombia sobre el asunto de las fumigaciones, así como que van a retirar la licencia a la base norteamericana en Manta, lo que hicieron posteriormente.

Este cúmulo de evidencias son concluyentes respecto de las relaciones estrechas entre la narcoguerrilla y “el inconsistente e inexperto” (FARC dixit) Correa. Quien no quiera verlas, es porque está desconectado de la realidad o las apoya.

Momentos muy movidos nos esperan en el hemisferio. Correa está formando parte de una estrategia enloquecida que de no frenarse podrá causar graves perjuicios a nuestros pueblos, principalmente a los más pobres. Confiamos en que la comunidad internacional y hemisférica tome consciencia de ello y actúe.

EMILIO NOUEL V.

martes, 14 de julio de 2009

DEMÓCRATAS VENEZOLANOS EN MERCOSUR

Lo más importante es que el

presidente Chávez pasa, pero

el país queda

Sen. Pedro Simon (PMDB-RS)

Hace dos años exactos que el Presidente de Venezuela lanzaba una de las tantas amenazas que luego no cumple. El ultimátum estaba dirigido a un par de países de MERCOSUR: “Vamos a esperar hasta septiembre. No esperaremos más porque no tienen razón política ni moral los congresos de Brasil y Paraguay para no aprobar nuestro ingreso. Si no lo hacen nos retiraremos…”

En aquella ocasión, con los buenos modales que lo caracterizan, el sultán petrolero en trámite de ingreso a Mercosur, arremete contra éste acusándolo de ser un mecanismo viejo y neoliberal que para Venezuela no es prioridad. De paso, calificó de impertinentes las declaraciones del canciller Amorim, por haber pedido éste que se disculpara con el senado de su país (“son unos papagayos del imperio”), lo que podía favorecer de una aprobación rápida.

Sin embargo, el presidente remató diciendo: "Venezuela no tiene de qué disculparse. Es el Congreso de Brasil que debe disculparse por inmiscuirse en los asuntos internos de Venezuela”. (¿?)

Así las cosas, han pasado ya 3 largos años sin que entre en vigencia el Protocolo de Adhesión por causa de la no aprobación de los parlamentos, gestión propia de los países en que existe una verdadera separación y autonomía de los poderes públicos. En el caso de Brasil, el trámite se ha demorado por las dudas que existen sobre la condición democrática del régimen venezolano.

No obstante, a estas alturas uno ya empieza a preguntarse si la culpa de que no se haya concretado el ingreso no recae, más bien, en el solicitante, y si éste está haciendo todo lo posible para que no lo admitan.

Este servidor ha estado claro en que el ingreso de Venezuela va a ser aprobado tarde o temprano. Y claro también que MERCOSUR está admitiendo en su seno a un gobierno autoritario cuya ideología anti-mercado y colectivista es contraria a los principios políticos y económicos en que se funda ese bloque comercial. No está de más recordar que fue Fernando Henrique Cardoso quien señaló que MERCOSUR es esencialmente hijo de la democracia.

Independientemente de que los sectores democráticos suscribamos la idea de que la integración comercial es necesaria, consideramos un deber recordar qué tipo de gobierno está al frente de nuestro país y los problemas que pudiera ocasionar a los sectores industriales y comerciales de MERCOSUR; esto sin mencionar las violaciones a los derechos humanos que se están cometiendo en franca contravención de la Carta Democrática Interamericana, el Protocolo de Ushuaia y los demás tratados sobre la materia.

En los días que corren, la Comisión del Senado brasileño (CRE) que estudia el caso, recibió una delegación venezolana conformada por un grupo de jóvenes líderes democráticos. Leopoldo López, Gustavo Tovar y Carlos Vecchio nos representaron allí, y reafirmaron no sólo su compromiso con la integración sino también con la defensa de los DDHH, al denunciar las múltiples acciones inconstitucionales que en Venezuela han ocurrido en las narices de organismos como la OEA, muy prestos frente a lo sucedido en Honduras, pero abúlicos, ciegos, sordos y mudos de cara a la destrucción progresiva de la democracia venezolana.

A la mencionada Comisión debía concurrir también el Embajador de Venezuela, un general -¡otro más¡- que se limitó a enviar una comunicación de contenido inapropiado e inamistoso, casi un regaño (hostil, diría un senador), que desagradó a los senadores; de allí que fuera devuelta a su destinatario. Una gaffe descomunal, pues; que se da gracias a que quien nos representa no tiene la formación, la experiencia, ni la inteligencia requeridas para tan delicadas funciones.

Sin embargo, de la mencionada comunicación se desprenden unos elementos interesantes para el análisis, que vienen a confirmar apreciaciones nuestras anteriores.

Según el señor embajador las negociaciones técnicas avanzan a pesar “de las limitaciones de orden político-ideológico”; y luego agrega que el ingreso de Venezuela “constituye una razón de Estado de carácter supraideológico -¡Guuaao¡- y que por tanto, resulta inconveniente para la consolidación de los intereses del Estado brasileño que se limite la discusión y el análisis del tema al juego de intereses políticos particulares”.

El señor embajador, más adelante, dando pretendiendo dar lecciones de nacionalismo a los senadores, y colocándose en el puesto de un ciudadano brasileño, señala las grandes ventajas comerciales que tendría para Brasil el ingreso de Venezuela, que aquellos parecen no ver, razón por la cual no entiende porqué no se aprueba de una vez el Protocolo.

Detengámonos unos instantes en estas 2 frases: “limitaciones de orden político-ideológico” y “Razón de Estado de carácter supraideológico”. ¿A qué se refiere el señor embajador?

¿No están aquí acaso las claves para saber las motivaciones reales de porqué el gobierno de Chávez quiere ingresar a MERCOSUR?

¿No se está confirmando con estas expresiones la ausencia de interés alguno en materia económica o comercial -como debería ser- con el ingreso de Venezuela al bloque mercosuriano? ¿No explica también esta actitud el hecho de que no se haya consultado a nadie en Venezuela sobre la decisión de entrar en MERCOSUR?

¿No se está confirmando, igualmente, que a pesar de las “limitaciones político-ideológicas”, lo que importa es algo distinto a los fines del MERCOSUR?

Cuando el Embajador pondera a los senadores de la Comisión de Relaciones Exteriores las bondades que para Brasil traería el ingreso de nuestro país ¿por qué, en tanto que venezolano, no formula también las aspiraciones que Venezuela tiene con tal adhesión?

La respuesta es muy fácil, y ya la hemos dado en otra ocasión. La motivación de entrar a MERCOSUR no forma parte de una estrategia y/o una política económica que sea el fruto del consenso de los sectores nacionales que se verán afectados con tal decisión. Es el capricho de un solo hombre, cuya demencia política-ideológica y su afán desmedido de mantenerse en el poder bajo el paraguas de MERCOSUR, le imponen una conducta a contrapelo de los anhelos e intereses de la Nación y de los objetivos integracionistas del bloque.

Que los senados de Brasil y Paraguay, que tienen en sus manos la aprobación del Protocolo de Adhesión de Venezuela, se detengan un poco a examinar las motivaciones que mueven al gobierno que están admitiendo en su bloque comercial, no vaya a ser que después se lamenten. No estaría de más que soliciten mayores garantías de respeto a la democracia no sólo en Venezuela, sino también en aquellos países cuya injerencia del gobierno venezolano es manifiesta.

EMILIO NOUEL.

martes, 7 de julio de 2009

VENEZUELA: SANTUARIO SEGURO PARA LOS NARCOS

Mientras el gobierno venezolano, sin ningún disimulo, se inmiscuye agavillado en los asuntos de un pequeño país como Honduras, para el que pide bloqueo económico, amenaza con agresión armada y demanda la intervención -¡fin de mundo¡- de EEUU, todo ante la mirada indiferente de una OEA de la cual es principio fundamental la no injerencia; mientras esto ocurre, los venezolanos estamos indefensos en manos del hampa y del narcotráfico, dentro y fuera del gobierno.

En los días que corren ha sido reseñado en la prensa otro récord, uno más, alcanzado por el gobierno revolucionario.

Según un informe de Naciones Unidas, Venezuela es el principal país de tránsito de la cocaína cuyo destino es Europa. 40% de las incautaciones de esa droga allá procede de Venezuela, y uno de cada 10 narcotraficantes que apresan, por ejemplo, en Portugal, es venezolano.

Ya el gobierno bolivariano no se conforma con ganar los primeros puestos en corrupción, en crear el peor clima para las inversiones extranjeras y nacionales, en poner más trabas burocráticas para la actividad de las empresas, en convertir al país en el más inseguro del continente o en tener la más alta inflación.

Ahora nos hemos convertido en el paraíso de los narcotraficantes, quienes en nuestro territorio operan a sus anchas, gracias a la incompetencia y, no me extrañaría, la complicidad de las autoridades a las que corresponde reprimir estas actividades ilícitas. Mucho se ha hablado del Cartel del Sol, y todo el mundo sabe el porqué del nombre.

Una observación que hace la opinión referida es que el gobierno de Venezuela no informa sobre este tema, y uno se pregunta el porqué.

Tan bajo hemos caído en este tremedal delictivo, que va a ser difícil salir de él en el futuro, una vez que se consoliden estas mafias asesinas que envenenan a nuestros jóvenes. Con nuestra irresponsabilidad, pareciera que estuviéramos tomando el triste relevo de otros países en ese campo.

Gracias a las relaciones estrechas con la narcoguerrilla terrorista de las FARC, la que según muchos indicios se ha mudado a territorio nacional, nuestro país se está exhibiendo ante la comunidad internacional como otro santuario de la más cruel de las versiones de la delincuencia organizada.

Incluso, en estos días en que Honduras ocupa gran parte de las noticias, nos hemos podido enterar que en ese país han sido capturadas o se han precipitado a tierra un sin número de aviones con matrícula venezolana cargadas de narcóticos.

¡Esto era lo que nos faltaba¡ Además de sufrir una hampa desembozada, precios por las nubes, un gobierno militarista autoritario, la persecución de los medios de comunicación libres, la judicialización de la política, contracción fuerte de la economía, politización de la administración de justicia, la eliminación de los sindicatos, la supresión de la libre iniciativa privada, estatizaciones injustificadas y la perversión de la vida política, entre otras plagas, ahora nos cae la maldición de unos narcotraficantes enseñoreados y tolerados, que utilizan libremente nuestro país para proyectar su negocio nefasto hacia el mundo.

Mientras el gobierno ocupa todo su tiempo en lo que pasa en otras latitudes, poniendo sin autorización los recursos materiales de los venezolanos al servicio de sus aventuras imperiales, la Nación se hunde poco a poco en el caos social y económico, y nuestros jóvenes son masacrados a diario en las calles.

Mientras al gobierno lo vemos financiando la locura irresponsable de un hombre montado en un avión para allá y para acá sin rumbo y buscando un imposible, ni una pizca de preocupación observamos en nuestros gobernantes por tratar de evitar que la opinión mundial nos siga viendo como santuario y puerto seguro para los narcos.

EMILIO NOUEL V.

miércoles, 1 de julio de 2009

DE TARTUFOS Y FARSANTES EN EL CASO HONDURAS

Lo ocurrido en estos días en Honduras, por lo inédito, demanda, ciertamente, un análisis que vaya más allá de los paradigmas y prejuicios imperantes, y también de los rechazos y escozores plenamente justificados que producen las intervenciones de los militares en los asuntos de la política. La historia latinoamericana mucho nos ha enseñado al respecto, y con el tiempo podremos examinar más profundamente estos sucesos hondureños que aún no sabemos en que terminarán.

No obstante, y particularmente, a los demócratas venezolanos, que hemos vivido a lo largo de nuestra vida republicana el autoritarismo militar y hoy estamos experimentando un despotismo también militar sui generis, la forma cómo fue defenestrado el presidente de Honduras, de arrancada, nos produce repulsa; de allí que también haga encender las luces de alarma en todo el mundo civilizado.

Sin embargo, cuando examinamos un poco más ampliamente las circunstancias que condujeron a este evento, la forma cómo sale del poder el Presidente y la vía particular de recomposición de la institucionalidad quebrantada, es lícito pensar que no estamos frente a una asonada militar típica latinoamericana, al estilo, por ejemplo, de las dos en que participó Chávez en 1992, las cuales, por cierto, cada 4 de febrero éste celebra con bombos y platillos, como si de una fecha patria se tratara, y que, por cierto, no levantan ninguna condena de parte de los actores internacionales que hoy repudian lo de Honduras.

Ya para cualquier observador de la situación está claro que Zelaya estaba violando la ley imponiendo una consulta (encuesta, la llamó) que los demás poderes civiles del Estado desautorizaban. Esta encuesta tenía un propósito político nada inofensivo, como ahora quiere hacer ver Zelaya. Con esta “jiribilla”, éste pretendía crear una situación de hecho, un estado de opinión, aupado y financiado desde el exterior por alguien que los venezolanos conocemos muy bien por su injerencia en los asuntos de otros países, y que presionaría a los poderes del Estado para que cedieran ante un plan muy bien orquestado de hacer una constituyente que trastocara toda la institucionalidad y las reglas de juego político del país, sin excluir, obviamente, la posibilidad de una reelección del presidente, hoy negada absolutamente por la Constitución vigente. Se trataba del mismo guión seguido por sus carnales, los presidentes Correa y Morales, siguiendo el ejemplo de quien se ha convertido en su líder, Hugo Chávez.

El plan de la “inocente” consulta fue, primero, rechazado por todas las fuerzas políticas de Honduras, incluido el partido del Presidente; segundo, declarado ilegal por la máxima autoridad del Poder judicial, y finalmente, abortado manu militari, al negarse Zelaya a dialogar en función de una negociación y a acatar la decisión jurisdiccional.

No podemos negar que la forma como fue sacado del país el presidente es condenable, y es lamentable que se haya llegado a esos extremos. Hubiéramos preferido ver un juicio o una negociación, pero las cosas ocurren y uno, desde la posición de “manager de tribuna”, no sabe qué hubiéramos hecho puestos en la misma encrucijada.

Sin embargo, los acontecimientos posteriores a esa salida nos obligan a ver este hecho político irregular, con parámetros distintos a los de un golpe militar tradicional.

El protagonismo militar, en lo mediático, se ha limitado a las acciones de presencia de soldados en los alrededores de los edificios públicos y en el papel de reperimir manifestaciones. Los generales han estado ausentes, hay que registrar este hecho. No hemos visto ninguno ante las cámaras o en los periódicos declarando. En la sesión del parlamento hondureño o en otros actos los militares han estado al margen. No se montó un “gorila armado” en el poder, dirigiéndose a la Nación y justificando por cadena de radio y tv, las razones de la intervención desmedida.

Por otro lado, hemos visto a un Presidente civil designado de acuerdo con las normas constitucionales, que ha prometido que las elecciones programadas para este año se realizarán.

De allí que algunas reacciones que hemos observado luzcan un tanto desproporcionadas, aunque, admito, puedan comprenderse.

Si comparamos esta situación con otros hechos más graves que sí deberían llamar a la atención de la comunidad internacional y sus organizaciones, verbigracia, lo que ocurre en Venezuela con el Alcalde Mayor de Caracas y los gobernadores electos democráticamente, cuyas competencias y bienes les han sido arrebatados de manera inconstitucional, configurándose un golpe de estado progresivo y disimulado, lo ocurrido en Honduras pierde las dimensiones que algunos, rasgándose las vestiduras, ven allí, pero que no lo ven en Venezuela.

A esto se suma la violación de normas internacionales en materia de no injerencia en los asuntos internos de otros Estados que está perpetrando el gobierno venezolano, y sin embargo, los organismos internacionales se hacen la vista gorda y no son tan diligentes y expeditos como ahora lo son en el caso de Honduras. ¿Por qué aplicarle la Carta Democrática a Honduras y no al gobierno de Venezuela? ¿Por qué se pide un bloqueo inhumano o acciones militares contra Honduras y al mismo tiempo se cuestiona el que ha supuestamente sufrido Cuba? ¿Por que la OEA no actuó frente a las violaciones constitucionales de Zelaya antes de que fuera sacado del poder y así haber evitado lo que estamos viendo?

En el torneo de tartufos que vimos en la reunión del Grupo de Río y de la OEA, pareciera que existen distintos raseros. La ley del embudo allí hace su trabajo, sin dejar de lado las inconsistencias y la hipocresía de muchos. Y de los europeos ¿qué decir?, no comprenden lo que ha sucedido realmente en este caso y reaccionan automáticamente. ¿Qué se puede esperar de un república bananera?, se preguntan los comentaristas “especializados” de la vieja Europa.

Las circunstancias muy particulares del hecho que hemos comentado exigen de toda la comunidad internacional un mayor esfuerzo de comprensión. No estamos frente a un gobierno encabezado por un Pinochet ni a una conducta tiránica como la de los Castro en Cuba. Estamos frente a un pueblo pequeño y unas instituciones que, al unísono, repudian mayoritariamente un gobernante que pretendió imponerles un modelo político contrario a su ley fundamental, asesorado y financiado por un tiranuelo extraviado en su demencia ideológica.

La comunidad internacional no puede avalar acciones bárbaras contra un pueblo que después de todo no es culpable de las torpezas de unas fuerzas militares. Los organismos internacionales deben promover soluciones negociadas que permitan a Honduras salir del atolladero en que está y así poder reiniciar su vida democrática y en paz, todo, por supuesto, respetando principios de convivencia internacional muy caros a nuestra civilización.

EMILIO NOUEL V.