jueves, 2 de abril de 2009

CHÁVEZ Y LA PROTECCIÓN DE GENOCIDAS

La insólita y grave declaración emitida por el presidente Chávez respecto de la orden de aprehensión dictada por la Corte Penal Internacional (CPI) contra el presidente genocida de Sudán, es una demostración más de que a él le importa un cuerno los compromisos internacionales de la República o el ordenamiento jurídico del país.

   Desde hace algunos años he venido señalando que para la locura ideológica del gobierno venezolano las instituciones internacionales no tienen ningún valor, ni mucho menos le imponen obligaciones. El concepto de soberanía absoluta anacrónico y bárbaro que maneja lo conduce a un enfoque de tal absurdidad, que al final lo que queda es el camino de la confrontación permanente sin que se pueda descartar lo bélico.

   Así, el escenario que ofrecen las instituciones internacionales es utilizado cuando convenga hacerlo, y cuando no, se despotrica de ellas.

   Esta conducta reiterada se expresa en declaraciones diversas e incluso se  recoge en documentos públicos de naturaleza internacional.

   Como muestra sólo un botón: Chávez en visita a la ciudad de Manaos, Brasil, en Octubre de 2004, nos invita a enfrentar “la influencia nefasta de los organismos internacionales”, para así poder definir una agenda de los Estados soberanos, y “según nuestros propios criterios y conceptos de soberanía.” Más claro no podría ser. El lector repare sólo en las expresiones: “influencia nefasta” y “nuestros propios criterios”, y podrá percibir la gravedad de estas declaraciones. Es la ley de jungla lo que se nos propone.

   De allí que no extrañen las más recientes declaraciones apoyando a un genocida. ¿Acaso no ha apoyado a un terrorista como Carlos el Chacal? ¿Y que me dicen de la protección a la narcoguerrilla terrorista FARC, o las relaciones que mantiene con el terrorismo de Hamas y Hezbolá? ¿Se recuerda la visita a otro genocida, Sadam Hussein?

      El prontuario criminal del presidente de Sudán, prófugo de la justicia internacional, es harto conocido y está ampliamente demostrado en el respectivo expediente de la CPI.

     Sin embargo, en un acto más de extrema irresponsabilidad, tan desmesurado como desquiciado, el presidente Chávez ha invitado al delincuente a visitar a nuestro país, desafiando a la comunidad internacional y violando de manera expresa los compromisos jurídicos que en esta materia ha asumido la Nación.

   Como se sabe, Venezuela es signataria del tratado que instituye la Corte referida, y está obligada a cumplir con el contenido de aquel, sin reserva alguna. Entre otras obligaciones, Venezuela, como Estado Parte, de conformidad con lo dispuesto en el tratado, deberá cooperar “plenamente con la Corte en relación con la investigación y el enjuiciamiento de crímenes de su competencia”. (artículo 86)

   Por otro lado, el artículo 87 establece que la Corte está facultada para formular solicitudes de cooperación a los Estados Partes, y éstas se transmitirán por vía diplomática o por cualquier otro conducto adecuado.

    Si en contravención de lo dispuesto en el tratado, un Estado Parte se niega a dar curso a una solicitud de cooperación formulada por la Corte, impidiéndole ejercer sus funciones y atribuciones de conformidad con el Estatuto, ésta podrá hacer una constatación y remitir la cuestión a la Asamblea de los Estados Partes o al Consejo de Seguridad, si éste le hubiese remitido el asunto.

   ¿Se imagina el lector lo que pudiera suceder a Venezuela en términos de rechazo, imagen y responsabilidad internacional, si recibiera al genocida y el gobierno no diera cumplimiento al mandato de detención de la CPI?

   Tiempos oscuros y degradantes estamos viviendo. La tiranía en desarrollo en nuestro país, no sólo afecta a los venezolanos internamente, también nos expone al repudio y el aislamiento internacional.

EMILIO NOUEL V.

   

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